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Caso Brisa: el nuevo femicidio que desnuda las falencias de la Justicia en Salta

Brisa tenía 15 años y desde ayer todo el futuro que tenía por delante se desplomó hasta quedar sumido en una cifra. El terrible número que la coloca como la víctima número 10 por femicidios en la provincia.

“Era una chica alegre y divertida”, recordaron sus amigas, que con lágrimas en los ojos aseguraban que no podían creer lo que acababa de suceder en el barrio donde días anteriores habían compartido momentos felices. Ella tenía 15 primaveras, “la niña bonita”. 



Y es que ella era una niña, que por descuido de una sociedad quedó en manos de un sujeto mayor, con el que mantenían una “relación” desde hace aproximadamente un año. Relación, ¿realmente estamos en condiciones de encasillar la conexión entre ambas personas cuando una de las dos carece de la madurez necesaria para afrontarla?



La mamá de Brisa había realizado denuncias por violencia de género contra el femicida de su hija, Claudio Ramón Segundo, al descubrir que él le pegaba. Un precedente había, y según detalló la Justicia, el sujeto había sido notificado dos veces (en marzo y septiembre, respectivamente) a pedido del Juzgado de Violencia Familiar y de Género N° 1.



Sin embargo, indefectiblemente, el hecho que conmocionó a todos deja a la luz las falencias de un sistema judicial que va detrás y no se anticipa. Falló la Justicia ¿o se analizó psicológicamente el caso? Si hablamos de una “relación” entre una menor de 15 años y un joven de 20 ¿ se utilizó la figura de estupro? ¿Se tomaron las medidas necesarias?




Guste a quien guste, y pese a quien pese Brisa era una niña  víctima de estupro, una víctima consciente en la relación, pero cuyo consentimiento estaba “viciado” por carecer de la madurez o del conocimiento para entender la significación de la conexión entre ambos. 




Una vez más, Salta la linda, se tiñe de rojo y deja entrever la falta de políticas  contra la violencia de género, en educación y en prevención, que apunten a abolir una práctica tan común y dolorosa en los menores como la del “amor romántico”, en relaciones de control, de celos y de posesión.  

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