JM Chalabe

Que Pasa Salta
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A los rasguñones y empujones, los barones salteños quieren candidatos en la lista

Los intendentes presionan en un contexto de pocas figuras pero sin referentes propios con reconocimiento.

Desde hace tiempo y en la última semana con más virulencia, los intendentes salteños han salido a reclamar como algo propio, lugares en las listas de cara a las elecciones legislativas. Salieron a confrontar con los ministros candidatos. Se los etiquetó de “técnicos”, con poco interés por la política y se los juzga por el bajo nivel de conocimiento.



La pelea, la dicotomía gabinete- intendentes no es nueva, los chispazos son más intensos por el comienzo de fin de ciclo que respira el microclima político y el desbande en la tropa oficialista es una situación que tarde o temprano llegará.



A riesgo de juzgar lo que reclaman los jefes comunales como un derecho adquirido es preciso analizar algunos elementos y desmitificar mitos. Muchos son los intendentes los que han logrado perpetuarse en el poder a base del manejo de la billetera estatal y la capacidad para acomodarse de acuerdo a lo que exija el contexto político. Siempre son oficialistas.



Son varios los que llevan más de cuatro mandatos en Salta. Juan Angel Pérez de La Merced y Samuel Córdoba de Ballivián están al frente de sus municipios desde 1991. Alfredo Llaya de Embarcación y  Néstor Pedroza de Urundel, transitan el cuarto periodo frente a sus comunas. El pobre justificativo que encontraron es que sus pueblos los siguen eligiendo. Y es cierto, pero en un contexto en que hay municipios en que un porcentaje más que alto, sus vecinos solo viven de la Municipalidad, a la hora de votar los aprietes están a la orden del día.



La mayoría, llevan adelante municipios empobrecidos con una dependencia casi absoluta de la coparticipación y el fondo de la soja. Durante todos los años frente a sus comunas no han tenido capacidad de diversificar los ingresos ni generar alternativas para salir de esa situación.



Otro gran problema para los barones salteños está en el terreno judicial. Son múltiples las denuncias en contra de los intendentes y sus gestiones. Por nombrar solo algunos casos, Sergio Topo Ramos fue intendente durante 20 años de Rosario de Lerma y presidió el Foro de Intendentes. Ahora quiere ser legislador pero tiene un sinfín de denuncias por corrupción e irregularidades durante sus gestiones. Los juicios esperan. Julio Jalit lleva tres mandatos frente a Pichanal y también sueña con llegar al Congreso Nacional. Lo poco que se conoce del jefe comunal norteño es sobre la fortuna que amasó con fincas y campos en el norte salteño. De su gestión, poco y nada.



Para desmitificar mitos, el hecho de que sean viejos conocidos (dentro de la política) o con “experiencia” no significan que sean buenos o tengan mayor capacidad política que otros. Al contrario, que sean jóvenes promesas tampoco es garantía de nada. Gustavo Solis de Rosario de la Frontera dio el ejemplo nombrando a familiares y amigos en su gabinete y una larga lista de pedidos de informe todavía espera en la Auditoría de la Provincia. Joven pero con viejas mañas.



Por supuesto, en este contexto, la mayoría de los jefes comunales tienen un escasísimo nivel de conocimiento, en muchos casos, mejor para ellos a riesgo de que se conozca sus gestiones donde poco tienen que mostrar.



En un contexto de escasas figuras relevantes, nadie tiene la vaca atada a la hora de las candidaturas. Ni los viejos experimentados ni las jóvenes promesas. Ni los funcionarios ni los intendentes. 

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