Muy duro

Una tucumana mató de una puñalada en el pecho a su pareja y luego se entregó

Pérez recibió un cuchillazo en el corazón. Un amigo de la familia ofreció mostrar la casilla en que ocurrió el crimen.

Aún nadie sabe por qué discutieron. Los gritos comenzaron en la vía que la pareja tenía frente a su humilde casilla, en Bernabé Aráoz al 2.800 en Tucumán. En un momento, decidieron seguir el entredicho puertas adentro. Poco después, Héctor Fernando Pérez salió de allí herido de muerte por una puñalada en el pecho. 



Su cuñado lo llevó hasta el hospital Padilla, lugar al que llegó sin vida porque el cuchillo le había herido el corazón. Al mismo tiempo su novia, María Ramona Gómez, se presentó en la comisaría 13° y -según consta en los documentos oficiales-, confesó: “maté a mi pareja, me pongo a disposición de la Justicia”.



“Yo le dije que se entregara”, contó la madre de Gómez, Cecilia López. La mujer vive a menos de 10 metros de la casa de su hija cruzando la calle, pero en ese momento no estaba en el barrio. Por eso, según publica La Gaceta, poco sabe del crimen.



“Parece que tuvo una discusión con el marido (luego explicó que la pareja no estaba casada). Nunca habían peleado así. Al menos eso creo. Si lo hicieron, nunca nos enteramos. Aunque sí creo que una vez se fueron a las manos, pero la verdad es que no estoy segura. En fin, lo cierto es que parece que ahora se pelearon, él le pegó y ella le asestó una puñalada en el pecho. Mi hijo lo llevó al hospital”, comentó la mujer.



Si bien en la familia de ella ninguno pudo confirmar que el joven fallecido hubiera sido agresivo con la mujer, dos parientes explicaron que Pérez “tenía problemas de adicción. Él trabajaba cada tanto como ayudante de albañil. Mi hija lavaba ropa y ayudaba en varias casas de la zona. La gente del barrio sabe la clase de familia que somos. Yo le dije a mi hija que se entregue”, agregó la entrevistada.



La pareja llevaba unos cuatro o cinco años de convivencia -la familia de ella no se pone de acuerdo en el tiempo- y no tenían hijos. Si bien jamás habían tenido problemas con la familia de él, al parecer hubo un encontronazo el domingo en la vereda de la guardia del hospital Padilla. “Mi hijo recibió una trompada. Por eso decidimos irnos”, agregó López.



Un amigo de la familia ofreció mostrar la casilla en que ocurrió el crimen. Para llegar hasta allí hubo que atravesar el patio de la casa de la madre de la joven detenida -donde había una reunión de personas apesadumbradas que se miraban como buscando explicaciones- y recorrer unos 10 metros por la vía. Allí, pese a la cantidad de basura y del violentísimo hecho que se había vivido unas horas antes, un grupo de niños de unos seis o siete años corrían entre risas por los rieles.



“Es allí”, dijo el improvisado guía. En el lugar no había sangre, ni ningún otro elemento que indicara que allí, pocos minutos antes, alguien había perdido la vida.

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