Archivo del crimen

Para robar su jubilación, los acuchillaron hasta matarlos y se fueron: el crimen de los abuelos

El 22 de junio del 2015, Vicenta Sarapura y Juan Romero fueron hallados sin vida sobre un charco de sangre, dentro de su casa de Maipú al 900.

Cerca del mediodía del 23 de junio del 2015, una vecina advirtió que un charco de sangre salía debajo de la puerta de la casa de dos pisos y ladrillos a la vista, ubicada en Maipú al 900. Un llavero colgaba de la cerradura hacia el lado de la calle. Adentro, los abuelos más queridos del barrio yacían muertos de la forma más sangrienta. Eran Vicenta Sarapura (76) y su marido, Juan Romero (88).



Antes de su trágico final, él hacía unos pesos más como fletero con su camioneta Ford F-100 verde. Ella se quedaba en casa y, de vez en cuando, salía a comprar al negocio cercano.



La conmoción no tardó en sentirse no solo en los vecinos de 20 de Febrero, donde eran muy conocidos y queridos, sino en todo Salta. Se trataba del crimen más salvaje registrado durante ese año en la capital salteña.



Vicenta y Juan estaban casados hacía 20 años. No tenían hijos, pero si familiares que los visitaban con frecuencia. La inseguridad los había obligado a modificar su modo de vida. Habían enrejado la entrada y no le abrían la puerta a nadie, pero esa madrugada fue distinta.



Cuando los peritos ingresaron al domicilio se encontraron a la mujer tirada a centímetros de la puerta de acceso con varias puñaladas en su cuerpo. Siguieron registrando la escena y se toparon con la otra víctima, en la cama matrimonial que compartían. Tenía los mismos signos de violencia.



En ese tramo, desde la habitación hasta el comedor, encontraron varias huellas de sangre con forma de suela de zapatillas deportivas. También rastros dactilares en una cartera de cuero. Eso ayudó a resolver el crimen tiempo después.



Los abuelos habían cobrado la jubilación y pensión correspondientes, horas antes de ser asesinados a sangre fría.



La hipótesis más fuerte de los investigadores es que fueron dos los asesinos, que sabían que sus víctimas tenían dinero en su poder. Fueron identificados como Marcos Romero y Carlos Pérez Anze (Chuky), ambos tenían antecedentes policiales y problemas de consumo de drogas. Este último dato fue tenido en cuenta como móvil del asesinato. Querían plata para comprar pasta base, trascendió.



Recién 13 meses después, es decir el 22 de julio de año pasado, la Justicia salteña requirió juicio para los delincuentes. Fueron encontrados culpables del delito de homicidio criminis causa en concurso real.



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