Salta, la violenta

Las bandas narcos y los sicarios en Salta: así operan en la frontera caliente

La Nación relata sobre un traficante detenido que organizó, por teléfono y desde la cárcel de Güemes, la ejecución de rivales en el comercio de drogas.

"Sabe que a la muerte la tiene pegada ahí, a la orilla de la espalda", dice Javier Quiroga, sicario. Habla en altavoz con su jefe Raúl Rojas, alias Coya, quien está preso en la cárcel de Güemes, en Salta, donde se trama la venganza contra una banda narco rival que opera en Orán, cerca de la frontera con Bolivia. En esa zona y en Salvador Mazza, donde hay otro paso fronterizo, recrudeció la violencia entre bandas más pequeñas tras la caída de líderes de peso en el universo narco, como Delfín Castedo detenido en julio de 2016, tras permanecer una década prófugo. Y se empezó a contratar servicios de asesinos para resolver las disputas entre jefes de los grupos criminales.



Esas organizaciones menos sofisticadas pretenden dominar el territorio donde el narcotráfico funciona encadenado con los llamados bagayeros. "Se empezaron a robar cargamentos de droga que valen millones de pesos", explicó un investigador.




A Quiroga y su grupo criminal les ofrecieron 15.000 dólares -según las escuchas telefónicas que figuran en la causa para ejecutar a quienes habrían robado y delatado a Rojas, el narco que está en prisión.




"Hay que tener paciencia. Ya va a salir solo y se va a regalar", advierte Quiroga. Los sicarios contratados en Tucumán no esperan demasiado tiempo. Siguen a su blanco de cerca y a todos lados. Pero aguardan el momento justo.



Las conversaciones desde el penal federal son premonitorias. Tres días después, el 1° de mayo, con las calles desiertas por el feriado del día del trabajador, dos sicarios interceptaron por la noche a Adrián Gerónimo, un bagayero ligado al narcotráfico. Apenas estacionó su vehículo y apoyó un pie en el barrio 9 de Julio los atacantes comenzaron a vaciar los cargadores. Gerónimo recibió diez tiros e increíblemente logró sobrevivir. Mientras los sicarios se escaparon en un auto blanco, el joven de 28 años hizo un esfuerzo tremendo y consiguió llegar en su vehículo al hospital de Orán poco después de la 1.30.



Los sicarios, según la investigación de la causa 142.354/17, se escondieron del otro lado de la frontera, en territorio boliviano. La ciudad de Bermejo, que está sobre el río que lleva ese nombre, es la guarida ideal. Allí no pueden actuar las fuerzas de seguridad argentinas.



Según el informe de La Nación, no hay muchas causas judiciales en la que todo el engranaje de violencia y muerte que ronda al narcotráfico quede en evidencia en esa zona fronteriza, donde los crímenes ligados a tramas narcocriminales empezaron a preocupar a las autoridades.

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