Un horror

Estuvo desaparecida casi tres años y la encontraron enterrada en este lugar

Mariela desapareció el 24 de enero de 2014. Había salido de su casa para ir a caminar y nunca volvió.

El misterio sobre el destino de Mariela Bortot tuvo un giro importante hace 13 días y terminó ayer con la confirmación que se esperaba pero nadie quería: los restos óseos encontrados en un campo de la localidad cordobesa de Inriville pertenecían a la mujer que estuvo desaparecida casi tres años.



Tanto tiempo de búsqueda inútil consiguió finalmente una pista firme con la sorpresiva declaración de Juan Ramón Rodríguez, un hombre de 38 años que está preso por abuso sexual con acceso carnal.



Fue a principios de noviembre. Pidió ver a Claudio Bortot, el hermano de Mariela y le dijo que "en la cárcel había conocido a Dios y ya no soportaba el cargo de conciencia". Rodríguez aseguró que sabía dónde estaba enterrada. Hacia ese lugar se acercó la policía junto con el hombre para que les "marcara" dónde cavar. No tardaron mucho en encontrar los primeros huesos.



El "testigo" inesperado



Ante los investigadores, Rodríguez recordó que el 24 de enero de 2014, el día que desapareció la víctima, él estaba trabajando en un campo en las afueras de Inriville cuando la vio a Mariela, en compañía del policía retirado Jorge Orellano, el único imputado que tuvo la causa.



Siempre según su relato, poco después de cruzarse con la pareja le llamó la atención un lugar donde la tierra parecía haber sido removida, se acercó a revisar y con espanto dijo que descubrió una mano.



Si bien Orellano, la última persona que habría visto a Mariela, sigue estando imputado por privación ilegítima de la libertad, con la aparición del nuevo testigo dejó de estar en el centro de las sospechas. O, por lo menos, ya no es el único.



La tarea difícil del fiscal Oscar Aliaga, a cargo de la investigación, será lograr convertir esas sospechas en pruebas. La principal hipótesis es que a Mariela la violaron antes de matarla. Es decir, la asesinaron para ocultar la violación. Sin embargo, el estado de descomposición del cuerpo y el tiempo que pasó desde su desaparición, no constituyen el escenario ideal para poder demostrarlo.



El caso



Mariela desapareció el 24 de enero de 2014. Había salido de su casa para ir a caminar y nunca volvió. Cuando sus dos hijas adolescentes se dieron cuenta de que había pasado más tiempo del esperado, la llamaron a su celular pero estaba apagado. No se prendió nunca más.



A fines de ese mismo mes, encontraron en la rama de un árbol a orillas del río Carcarañá una de las ojotas fucsia con las que había salido la víctima. Fue el último rastro que se encontró de ella. Una semana después, la policía detuvo al exsargento Orellano, acusado por la privación ilegal de la libertad de Bortot. El policía admitió que la conocía, pero siempre sostuvo su inocencia. Según los vecinos, estaba enamorado de Mariela y ella no le correspondía. Lo excarcelaron poco después, bajo fianza.



El cuerpo que encontraron ahora no presentaba lesiones óseas de algo que hubiera podido causarle la muerte. Sin embargo, coincidía con la edad y la estatura de Mariela y los peritos odontológicos fueron los responsables de dar la confirmación con un grado de certeza absoluta. La identificaron además por una prótesis en el hombro derecho que se le había colocado poco antes de su desaparición, por un accidente.

 

 

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