Archivo del crimen

Entre 10 violaron a una salteña embarazada y le hicieron perder su bebé

Fue en el lugar conocido como “el pozo de la muerte”, en Villa Lavalle, en enero del 2014. Todo por una venganza narco.

Todavía no había terminado el primer mes del 2014, cuando Salta se conmovía con uno de los hechos más aberrantes de los últimos años: las víctimas fueron una joven salteña de 32 años y su pareja, con quien estaban a punto de ser padres. Por razones de seguridad, sus identidades fueron resguardadas.



Fue el lunes 30 de enero de ese año cuando, en la zona conocida como “El Pozo de la Muerte” (Villa Lavalle), a pocos minutos del centro de la capital provincial, una turba compuesta por  unas 30 personas ingresó a su humilde vivienda y los atacó brutalmente.



Él ligó varias puñaladas en su cuerpo, y se salvó porque huyó. Estuvo a punto de perder un ojo.



Ella se llevó la peor parte: además de darle una paliza,  al menos diez energúmenos (tres según otra versión) la violaron sin compasión, pese a que estaba embarazada. Tan graves fueron los daños que sufrió la joven que perdió el embarazo de 2 meses de gestación.



En su momento, la Fiscalía Penal Nº4 (a cargo de la investigación) refirió que el episodio estaba vinculado a “peleas” entre familias, difícil de resolver. Lo que se supo luego, es que en realidad había denuncias por parte de la familia del joven atacado hacia otra, vinculada al narcotráfico.



“Era sabido en el barrio que vendían pasta base. Les hice un seguimiento y los denuncié”, reveló en ese entonces Alejandra Sallet, suegra de la victima de violación, sobre el grupo atacante al que también vinculó con el macabro asesinato de otro joven, en ese mismo barrio. Nadie le pudo sacar la idea de que su accionar había motivado la venganza de los malvivientes.



Mucho se habló de que había connivencia entre los policías de la comisaría de Lavalle y los vendedores de drogas que operaban en la zona. De hecho, cuando Sallet fue a denunciar el ataque a su hijo y su nuera, la detuvieron e incomunicaron. Mientras tanto, su casa era desvalijada.



Pese a la valentía de la mujer, que intentó desenmascarar a los delincuentes, la familia tuvo que irse de la ciudad. 



El Pozo de la Muerte

Era un predio cercano al río Arenales. Quedó en el registro de los salteños como un "agujero negro" en la ciudad, donde los chicos con problemas de adicción iban a drogarse, provistos de estupefacientes que le vendían los dealers cercanos que actuaban sin ningún desparpajo, a escasos 200 metros de la comisaría de Villa Lavalle. 



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