Descuartizados y calcinados

Brutal guerra entre bandas rivales en un penal de Brasil: al menos 56 muertos

Chocaron en la cárcel de Manaos, en el Amazonas, por el control del negocio de drogas. Varios cadáveres aparecieron descuartizados o calcinados. Preocupación en el gobierno.

“Nunca vi nada igual en mi vida: aquellos cuerpos descuartizados, aquella sangre…”. Abrumado, al juez amazónico Luis Carlos Valois le faltaban palabras para describir el tendal de al menos 56 muertos que arrojó la guerra entre facciones de la droga en un penal de Manaos, capital del estado de Amazonas. A él le tocó negociar el fin de la revuelta carcelaria que había empezado el domingo al anochecer y terminó por la mañana de ayer. Las decenas de cuerpos degollados, descuartizados y hasta carbonizados, esparcidos en los corredores de la prisión, mostraron un nivel de violencia tan extremo que coloca esta rebelión como la segunda más mortífera de Brasil. La anterior con 111 muertos fue en Carandirú, presidio de la capital paulista. Ocurrió en 1992 y sigue al tope de las peores.



El juez Valois comenzó a negociar con los detenidos en la madrugada. “Ellos me pidieron, a cambio de soltar rehenes, que mantuviéramos su integridad física, que no los transfiriéramos y que se preservara el derecho de visitas”, relató. Bajo esas condiciones, en principio garantizadas, fueron liberados los guardias que habían secuestrado en el interior del penal. Para el secretario de Seguridad amazónico, Sergio Fontes, la catástrofe ocurrió a consecuencia de un enfrentamiento de una de las bandas locales de la droga, la Familia del Norte (FDN), y la poderosa mafia nacional conocida como Primer Comando de la Capital (PCC). Según el funcionario, fue el FDN el que llevó adelante los asesinatos, “sin réplica” por parte del PCC.





Pero todo indica que no es suficiente esta “batalla” entre bandas o clanes rivales para explicar lo ocurrido. En ese penal, que queda en la ruta entre Manos y Boa Vista (en el extremo norte brasileño), había 1.224 presos cuando la capacidad de albergar detenidos es de tan sólo la tercera parte: 454. Es esa súper población la que explica el altísimo nivel de conflictividad: “El escenario de rebeliones, de fugas y el creciente aumento de la criminalidad y de la violencia entre los presos, son resultado en parte de la situación degradante en la que se encuentra el sistema penitenciario brasileño” indicaron los especialistas Emerson Vasconcelos y Ruth Figueroa Queiroz.



Ese sistema, subrayan, “viola los derechos fundamentales de las personas y somete a condiciones en extremo precarias la vida en las cárceles”. Sobre eso precisamente alertó el Consejo Nacional de Justicia cuando en octubre último realizó una inspección al presidio amazonense al que calificó de “pésimo” y advirtió que conspiraba contra cualquier tentativa de resocializar los presos.



Hasta el gobierno de Michel Temer terminó por admitir esta tesis. Hoy, al trascender la tragedia de Manaos, el presidente ordenó viajar al lugar a su ministro de Justicia, Alexandre de Moraes. Al mismo tiempo informó que había liberado 360 millones de dólares para el fondo penitenciario nacional. El objetivo, dijo, es construir más cárceles y “modernizar, pero también humanizar, el sistema de prisiones del país”.



Casi una tercera parte de ese monto (97 millones de dólares) lo destinará a la adquisición de escáneres “que deben reemplazar las revisaciones personales”. En cuanto al Fontes, el funcionario amazónico, declaró al estilo de Poncio Pilatos: “Infelizmente, este caso no es únicamente nuestro. En varios Estados como Acre, Rondonia y Roraima, ocurrieron recientemente episodios parecidos. Esto exige una medida de carácter nacional. Debemos tratar juntos este problema”.



Como para subrayar que había existido una verdadera carnicería, este mismo secretario decidió sacar los pedazos de cuerpos en camiones frigoríficos. Para el jurista Marco Aurelio Choy, que preside la comisión de derechos humanos, de la Orden de Abogados de Brasil, “esto fue la peor masacre, la más sangrienta, de la historia de Amazonas. Tenemos dudas sobre si el poder público ejerce realmente el control de estas unidades carcelarias”.



El gobierno de Amazonas dijo que habrá refuerzos en los puntos estratégicos de la capital Manaos e indicó que la policía ya capturó a 15 de los 87 presos que huyeron durante la revuelta. En la visión provincial, “estos son intereses que están ligados al narcotráfico. Esas organizaciones, el PCC y el Familia del Norte, se alimentan específicamente del contrabando de drogas. Y es por cuenta de sus disputas que sobrevino esta tragedia”.



Un informe oficial, del sistema penitenciario brasileño —que puede encontrarse en la página web del Ministerio de Justicia— indica que a pesar de figurar en el cuarto lugar en el mundo en cuanto al volumen de detenidos, Brasil según ese dossier “sigue una trayectoria diametralmente opuesta a la de los demás países, con un incremento de la población en las cárceles de 7 por ciento anual”. Y advierte que “no hay evidencias de que vaya a producirse cualquier resultado positivo en la reducción de la delincuencia o en la construcción de un tejido social cohesionado y adecuado”.

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