De terror

Al menos 26 muertos en el tercer motín letal en cárceles de Brasil en lo que va de año

El hecho se desató en la tarde del sábado en la prisión de Alcaçuz, la mayor del estado de Río Grande del Norte, según confirmó el gobierno al diario Folha de Sao Paulo.

Y de acuerdo a lo confirmado a BBC Brasil por Eduardo Franco, encargado de comunicación de la Policía Militar del estado, al menos tres presos fueron decapitados.



Mientras, en general, muchas de las víctimas sufrieron algún tipo de desmembramiento.



El mismo sábado por las autoridades cercaron el exterior de la prisión para evitar fugas, y la policía militar y los agentes penitenciarios esperaron al amanecer para intentar entrar en las dependencias, ya que los presos habían cortado la luz y tenían armamento.



Soldados y fuerzas especiales en el Complejo Penitenciario Anisío Jobim en Manaos, Brasil.

 




Así, a primera hora de este domingo las autoridades locales confirmaron a BBC Brasil que habían recuperado el control del centro penitenciario, 13 horas después del inicio de la rebelión.



Aunque la operación sigue en marcha.



Guerra entre grupos rivales

Es el último episodio del brote de violencia desatado en lo que va de año en cárceles brasileñas, que las autoridades atribuyen a una sangrienta guerra entre los dos principales grupos criminales del país —el Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho de Río De Janeiro— y sus aliados por el control del narcotráfico en el país.



Aunque las autoridades no lo han confirmado, los principales diarios brasileños aseguran que el enfrentamiento en Alcaçuz fue entre el PCC y el Sindicato del Crimen, aliado del Comando Vermelho.



El martes el gobierno brasileño desplegó 200 efectivos de la unidad especial de la Fuerza Nacional en los estados norteños de Amazonas y Roraima, tras la violencia desatada en sus cárceles.



En la cárcel Anisío Jobim de Manaos, la capital del estado de Amazonas, murieron 56 presos en un motín desatado el 1 de enero.



Fue la segunda mayor matanza registrada en una cárcel brasileña, después de la que se registró el 2 de octubre de 1992 en la penitenciaría de Carandiru, en Sao Paulo —murieron 111 durante la rebelión y cuando la policía militar entró a controlarla—.



Y cuatro días después el horror se repitió en la Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo (Pamc), en Boa Vista, la capital de Roraima, donde murieron 33 presos.



La ONG Human Rights Watch urgió esta semana al gobierno brasileño que acabe con el hacinamiento de sus cárceles, donde se estima existe una sobrepoblación del 67%.



La prisión de Alcaçuz, la última en sufrir una rebelión letal, tiene capacidad para 620 presos, pero alberga a unos 1.100.

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