Matías Isola

Que Pasa Salta
#Río2016

Que las lágrimas de Paula Pareto no sean en vano

La "Peque" se convirtió en la primer mujer argentina en obtener una medalla dorada en un Juego Olímpico.

Paula Pareto escribió una de las páginas más gloriosas del deporte argentino en Río de Janeiro. La judoca no sólo le dio a la delegación argentina la 19° medalla dorada de su historia, sino que se convirtió en la primer mujer en subirse a lo más alto del podio en un Juego Olímpico. Con el aliciente de que lo hizo en el primer día de competencia.



Las lágrimas que derramó la "Peque" en el complejo Arena Carioca 2 fueron el corolario de un largo camino que se inició en Beijing 2008 con la recordada medalla de bronce. Hecho que la catapultó a la "fama", pero que a su vez le colocó una pesada mochila: en cada certamen donde competía, sus rivales la veían con otros ojos. Y ayer se terminó de meter en el olimpo de los grandes (de verdad) de la historia de nuestro deporte. Tocó el cielo con las manos.



Pero sería un grave error caer en el facilismo de hablar sólo de un buen torneo, de un golpe de suerte, o de la alineación de los planetas. Pareto, de 30 años, refleja todos los valores positivos que puede reunir un deportista. Porque la tuvo que pelear y remar en un país donde el fútbol acapara toda la atención y se lleva todos los flashes. Donde se hace culto a la "viveza criolla". Donde los políticos aparecen sólo para la foto con el campeón de turno. Y donde los sponsors no suelen confiar en los deportes amateurs (el judo, un claro ejemplo). Sin embargo, la oriunda de San Fernando complementó su talento natural con dosis descomunales de sacrificio, disciplina y perseverancia. Y los resultados están a la vista. Hasta se dio el "lujo" de recibirse de médica allá por el año 2014.



El oro olímpico de Pareto fue la consecuencia de un trabajo serio, respaldado por las becas de la Secretaría de Deporte y por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD). Todo sumado a que la "Peque" llegó a Río de Janeiro en el mejor momento de su carrera (actualmente es campeona del mundo en la categoría hasta 48 kilos). No obstante, quedó demostrado que el deporte argentino necesita del acompañamiento de políticas de Estado. Los resultados están a la vista de todos. Talento sobra, sólo hay que estimularlo.



Por otra parte, el título de Pareto desnudó el sentimiento más puro y genuino que genera el deporte en general, y los Juegos Olímpicos en particular. La pequeña de 1,50 metros hizo llorar y emocionar a un país que poco entiende de judo, pero que sí reconoce el esfuerzo y la dedicación. La "Peque" no tendrá millones de dólares en una cuenta bancaria ni será "redituable" para los grandes medios (más allá de la efervesencia actual por el logro), pero sí tiene ganado el respeto de todo un pueblo. Y eso vale más que cualquier medalla de oro.



Pareto volverá a nuestro país y retomará su vida cotidiana como una ciudadana más que la tiene que pelear. Hasta deslizó su intención de ejercer una de sus pasiones: la medicina. Ojalá que su inconmensurable conquista sirva de ejemplo para el resto de los deportistas. Que sea un punto de inflexión, y no un oasis. Que sus lágrimas de emoción hayan valido la pena. Por lo pronto, la historia le guardó un lugar de privilegio. ¡Gracias Paula por tamaña alegría!

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