Matías Isola

Que Pasa Salta
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El futuro de la AFA: del "todo pasa", al todo puede pasar

La AFA se debate por estas horas entre la intervención y la elección democrática de autoridades.

Fiel reflejo del país, el futuro del fútbol argentino es incierto y nada se puede descartar. Por el contrario, todo puede suceder. El desencadenante fue la muerte de Julio Humberto Grondona, el mandamás que durante 35 años manejó a gusto y piacere las riendas (y los negocios) del deporte más popular de Argentina. El deceso de "Don Julio" denotó el escaso (o nulo) funcionamiento institucional de la AFA, donde todo recaía en una sola persona, al mejor estilo unicato. El fiel reflejo fue la elección del torneo de 30 equipos, que todos aprobaron con Grondona en vida y que luego de su muerte repudiaron públicamente.



Cuando parecía que el río se encausaba, llegó una de las jornadas más bochornosas que se recuerden: el 3 de diciembre. Aquel día, 75 asembleístas debían elegir entre Marcelo Tinelli y Luis Segura (presidente interino de la AFA tras la muerte de Grondona). Increíblemente, el recuento de votos arrojó un empate en 38. Técnicamente imposible.



De ahí en más, continuó hasta la fecha el interinato (débil e intrascendente) de Segura; y la entidad madre del fútbol argentino perdió todo tipo de credibilidad (si es que la tenía). Con una danza incesante de nombres que aspira a presidir la AFA, quedó estipulada la fecha del 30 de junio para elegir a las nuevas autoridades.



En el medio, apareció la propuesta "superadora" de BocaRiverRacing y San Lorenzo: la creación de una Superliga. Un formato similar al español, con un manejo profesional y con una generación más ambiciosa y genuina de recursos económicos. Iniciativa que volvió a tensar la cuerda y dividir las aguas. Por un lado, la postura de Daniel Angelici, Rodolfo D´Onofrio, Víctor Blanco y Matías Lammens; por el otro, la postura de Hugo Moyano (secundado por su yerno, Héctor "Chiqui" Tapia, el hombre que monopoliza los votos del ascenso). 



No obstante, apareció en escena otro condimento: la posible intervención de la AFA. Una iniciativa que seduce al Gobierno, y que en la última semana recibió un guiño de la jueza federal María Servini de Cubría. Ante la amenaza de que la FIFA desafiliaría a la asociación argentina de toda competencia internacional (a nivel clubes y a nivel selecciones), emisarios cercanos al presidente Mauricio Macri viajaron a Europa para asesorarse con el mismísimo presidente de la FIFA, el italiano Gianni Infantino.



En definitiva, la puja de intereses y la pelea por el sillón que dejó vacante Grondona en calle Viamonte promete nuevos capítulos. Mientras Tinelli (el posible titular de la mentada Superliga) tendió puentes recientes al "moyanismo" (que sueña con la presidencia de la AFA y que contaría con los votos suficientes para conseguirlo); el titular de Boca, Angelici (en clara representación de los intereses de Macri), intenta por todos los medios que Moyano no sea el presidente de la AFA.



Siguiendo con la tónica, los próximos días serán agitados. En las últimas horas, el nombre de Graciela Ocaña (una "enemiga" pública de Moyano) cobró fuerza para intervenir la AFA. De concretarse esta alternativa, ¿qué postura tomará al respecto el dirigente camionero? ¿cumplirá con su promesa de "parar" el fútbol? ¿se puede evitar una ruptura definitiva entre las partes? ¿afrontará el Gobierno el costo político de una intervención? No está de más recordar que el presidente de Independiente anunció su alejamiento de la CGT y sueña con suceder a Segura en la entidad madre.



En medio de un panorama incierto e indescifrable (donde el poder se disputa entre Macri, Tinelli y Moyano), el fútbol argentino agoniza. Las condiciones de infraestructura, de higiene y de seguridad son lamentables en los estadios; y la presencia de los hinchas visitantes todavía suena utópica. Ni hablar de las falencias organizativas. Por lo tanto, se impone un cambio estructural ante un sistema que implosionó, por el manejo déspota y tirano de Grondona, y por la complicidad de los dirigentes (y de los gobiernos de turno). La AFA (acéfala por estas horas) necesita un funcionamiento democrático y aceitado. Necesita recuperar credibilidad e institucionalidad. Lamentablemente, algunos no parecen entenderlo así. No hace falta un cambio de figuritas. Hace falta un cambio de paradigma, y desterrar definitivamente el nocivo y putrefacto "todo pasa".

 

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