Matías Isola

Que Pasa Salta
Federal A

El fútbol salteño, una estafa a la ilusión

El último clásico entre Gimnasia y Juventud no hizo más que ahuyentar al público de las canchas.

 La falta de audacia y la magra producción futbolística de ambos equipos puede tener dos explicaciones: por un lado, el temor a perder; y por el otro, la falta de argumentos futbolísticos. Lo cierto es que por una u otra razón defraudaron a la concurrencia que en número aceptable se acercó al Gigante del Norte.



Mucho se habló en la previa de la importancia que tenía el partido de cara al futuro como punto de inflexión. Sin embargo, salvo contadas excepciones, los jugadores parecen no haberlo entendido así. El espectáculo apático no hizo otra cosa que reflejar el mediocre presente del fútbol salteño. Lamentablemente, sirvió para poner los pies sobre la tierra y no entusiasmarse demasiado. La palabra ascenso suena cada vez más utópica.



En el primer tiempo, la explosión y la movilidad de Gustavo Ibáñez parecían entusiasmar al conjunto antoniano y a su gente. Pero quedó en eso. Las patriadas solitarias del inoxidable "Ratón" se diluían ante la falta de acompañamiento. Como contrapartida, en el complemento parecía que el partido estaba a pedir del "Albo", pero quedó la sensación en el ambiente que no se animó. Y aquí nuevamente aparece el famoso miedo a no perder. Porque si bien los que resuelven en el campo de juego son los jugadores, la orden de "quemar todas las naves" nunca llegó desde el banco de suplentes. Al contrario. Nadie puede discutir que una derrota en un clásico deja secuelas; pero también es cierto que el que no arriesga no gana. Y ninguno arriesgó más de la cuenta.



En definitiva, el empate no modificó la ecuación matemática. Por ahí, entrando en el terreno de la minuciosidad, se podría aseverar que el resultado le sirvió más al "Santo", porque sumó en condición de visitante y cortó una mini racha negativa de dos derrotas. Por el contrario, el equipo de José María Bianco dejó dos puntos en el camino como local (antes había ganado todos sus partidos en esa condición). Esta tarde las conjeturas quedarán de lado y comenzará a definirse buena parte del destino de ambos equipos en el torneo. No sólo tendrán como oponentes a Zapla y a Aconquija, sino que pelearán contra sus propios demonios: Juventud intentará reencontrarse con el triunfo ni más ni menos que contra el puntero; mientras que Gimnasia buscará por primera vez sumar de a tres fuera de su reducto,  y frente a un rival directo.



Las cartas están echadas y no hay tiempo de lamentos. Quedan nueve puntos en juego y puede pasar cualquier cosa. Sin ir más lejos, San Lorenzo de Alem tiene chances de clasificar (hasta hace poco navegaba en el fondo de la tabla). Albos y santos decepcionaron y aburrieron el pasado miércoles. Será cuestión de dar vuelta la página y revertir la mala imagen. O por el contrario, ratificar que no fue casualidad.



El último párrafo, como siempre, está dedicado al público futbolero. A esos osados que pagaron su entrada y depositaron su voto de confianza, una vez más. Y que sufrieron en carne propia una estafa a la ilusión. Qué difícil volver a cautivarlos ante tamaña decepción. Mis felicitaciones a ellos, que le dieron un marco digno al espectáculo y que se comportaron de manera correcta. No hubo que lamentar episodios de violencia y quedó demostrado que cuando hay voluntad de todas las partes, las cosas funcionan (Ministerio de Seguridad, Policía, dirigentes e hinchas). Y créanme, lo mejor del clásico, estuvo en las tribunas. Cómo se extrañaba el folclore del fútbol...

 



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