Un crack

De jugar con botines truchos a esperanza de la selección: la emotiva historia de Pratto

Será el delantero que reemplace a Gonzalo Higuaín mañana contra Colombia. Martín Palermo fue clave en su carrera.

La carrera futbolística de Lucas Pratto es digna de ser contada, y sobre todo, de ser leída por los más pibes, especialemente por aquellos que se llega a ser el 9 de la Selección argentina por un camino de rosas. Nada que ver. Mañana será la gran apuesta para ganarle a Colombia y salvar a la Argentina rumbo al Mundial de Rusia, y su vida está marcada por la lucha y el sacrificio como una constante para poder superarse.



Pratto nació en La Plata. Hijo de padres separados y criado por su mamá Daniela y su hermano Leandro (tres años mayor). La plata era algo que justamente no sobraba. Por el contrario. Sus botines, ese tesoro para cualquier pibe que arranca a jugar, no eran de marca. La mamá se los mandaba a fabricar en la zapatería del barrio por 30 pesos y él les hacía pintar la "pipa" color rojo para que tuvieran los colores de Defensores de Cambaceres.




En esa época, para tener unos mangos en el bolsillo, repartía volantes y hacía de cuidador de salón de fiestas. Se llevaba 50 pesos por noche. Todo venía bien.




Empezó a jugar en Gimnasia de los Hornos, un equipo de fútbol infantil bien de barrio. Se probó en Estudiantes y no quedó. Por eso se fue a jugar a Cambaceres, lejos de su casa, en Ensenada. Tenía una hora de viaje en micro. Fue ahí, jugando con la roja de Camba, que se lo recomendaron a Martín Palermo. Le avisaron que había un jugador en la sexta división que la rompía. Pese a que ya era grandote y pesado, jugaba de volante central o por derecha. Palermo le consiguió una prueba en Boca y gustó. Era el año 2004. Justo en Boca, el equipo del que Lucas era hincha.



Cuando a Pratto le preguntaron de qué jugaba, subió la apuesta y dijo "de delantero". Y ya nunca volvió a la mitad de la cancha. La rompió en inferiores y fue goleador en Quinta división, pero el debut en Primera fue en Tigre, porque en Boca no le dieron la oportunidad. Luego se fue a préstamo al Lyn de Noruega. 



 



En 2009 volvió a Boca, pero solo jugó dos partidos y no hizo goles. Explotó futbolísticamente en Unión de Santa Fe jugando en la B Nacional y después pasó a la Universidad Católica. Hasta que el Genoa de Italia lo compró por 4.5 millones de dólares. Sin embargo, en el Calcio jugó poco y siempre fue suplente.



Vélez apostó por Pratto y lo trajo a la Argentina en 2012. Fue figura, consiguió tres títulos y metió 43 goles en 128 partidos. En Liniers lo pagaron 2.4 millones de euros y lo vendieron por 5 millones de dólares al Atlético Mineiro, donde todavía juega (lleva 33 goles en 82 partidos) y es gran ídolo de la torcida.



Mañana, Pratto va de titular en la Argentina en San Juan, ganándole la pulseada a Higuaín y Agüero. Tampoco Tevez, ni Icardi. Pratto, el 9 del Patón Bauza. El que jugaba con botines "truchos" en Ensenada. El ahijado de Palermo. 

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