Un poco de oxígeno

Brasil rescata a Río para garantizar la seguridad durante los Juegos Olímpicos

El presidente autorizó un aporte económico para cubrir los gastos de seguridad en Río de Janeiro, ciudad que está sumida en una grave crisis financiera.

El presidente en funciones de Brasil, Michel Temer, ha autorizado este miércoles un aporte de 2.900 millones de reales (unos 850 millones de dólares) para socorrer al Estado de Río de Janeiro, sumergido en una gravísima crisis financiera. El dinero tendrá que destinarse, según afirma la ley en carácter de urgencia publicada por el Gobierno federal, a cubrir los gastos en Seguridad Pública de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, que comienza el próximo 5 de agosto. La inyección de recursos, a fondo perdido según O Globo, son la respuesta al pedido de socorro que hizo el Estado de Río el pasado viernes al decretar el estado de emergencia por la crisis económica y reconocerse incapaz de asumir sus compromisos con los gastos de los Juegos.



El hecho de que el dinero – que equivale a más del 43% del presupuesto anual del Estado en salud – tenga que destinarse al área de seguridad durante los Juegos, deja en el aire cómo el Estado va a concluir la ampliación del Metro,prometida para el transporte de los aficionados durante el evento, y que aún necesita 1.000 millones de reales (293 millones de euros), o cómo va a pagar a sus funcionarios públicos que, por segunda vez este año, están cobrando su salario a plazos.



El destino del dinero desconcertó al especialista en Seguridad Pública Ignacio Cano: “Es sorprendente que tal volumen de recursos se destine a la seguridad, cuando la mayor parte de los gastos adicionales en seguridad para los Juegos, como el envío de tropas, debían ser asumidos a partir de ahora por el Gobierno federal. Lo que estaba a discusión era una ayuda para pagar obras y salarios. Será necesario acompañar de cerca cómo se gastará ese dinero”.



El acuerdo entre el Gobierno de Temer y el de Río de Janeiro, ambos del PMDB -el partido que asumió el podertras la destitución de Dilma Rousseff- estaba siendo perfilado desde la semana pasada. El Estado de Río había pedido ayuda a Temer ante la amenaza de que los servicios públicos colapsaran durante el evento que atraerá los ojos del mundo a Brasil.



La situación económica del Estado, de 16 millones de habitantes, es dramática: mantiene un aumento del volumen ya altísimo de gastos fijos en deuda, personal y jubilaciones, mientras sus ingresos por la exploración de petróleo y recaudación de impuestos cayeron drásticamente. A final de año, los hospitales estatales se colapsaron por falta de insumos tan básicos como gasas y los servicios de emergencia solo atendían heridos de muerte. Los funcionarios públicos, entre ellos policías y profesores, reciben sus salarios a plazos. Los profesores de las escuelas estatales están en huelga hace tres meses y las universidades claman por falta de manutención desde el año pasado.



“Río tuvo un problema adicional al del resto de Estados, que también sufren sus propias crisis, que fue la caída del precio del petróleo y, consecuentemente, el valor que recaudaba con los royalties pagados por Petrobras [también en crisis y salpicada por un monumental escándalo de corrupción]”, explica José Roberto Afonso, investigador del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getúlio Vargas. “En los últimos años, Río recaudaba cerca de 10.000 millones de reales gracias a la exploración de petróleo en su territorio (royalties), es casi el 15% de sus ingresos”, añade el especialista.



Un secretario del Gobierno de Temer ilustró así la necesidad de la inyección de esa lluvia de millones: “El compromiso del Gobierno federal es con los Juegos Olímpicos, con el Comité Olímpico Internacional y con el Gobierno del Estado de Río, que vive una situación terrible. Los funcionarios no están cobrando, los servicios esenciales están parando. Evidentemente, con este escenario, el Gobierno necesita ayudar al Estado, a la población, a los funcionarios y tampoco puede permitir que protagonicemos un ridículo internacional en los Juegos”.



Por otro lado, el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, está empeñado en aclarar la confusión que existe, sobre todo fuera de Brasil, entre el Estado y la ciudad de Río de Janeiro (confusión parecida a la que puede ocurrirle a un extranjero con la Comunidad y la ciudad de Madrid). Paes está preocupado por la mala imagen que el decreto de “calamidad pública” da a su gestión y defiende que, en ningún caso, las inversiones para la celebración de los Juegos haya precipitado la crisis del Estado, cuya participación en el evento, se limita principalmente, a la ampliación del metro. Paes es responsable por la inmensa mayoría de las obras olímpicas terminadas al 95%.

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