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El pedido de una familia jujeña para que sus hijos no caminen 8 kilómetros hasta la escuela

David y Juana De Quiquinte viven en un caserío a 4 mil metros de altura y reclaman que se construya un albergue en la escuela para que los nenes no hagan 4 horas de caminata diarias.

Juana habla lento y sin impaciencia. Tampoco está enojada. Pero junto a su esposo David tienen un reclamo firme: piden que en la Escuela N° 347 Juan B. Torres se construya un albergue para que los chicos no tengan que recorrer 8 kilómetros bajo el sol, el viento y el frío para estudiar.



"En noviembre una mamá murió cuando iba a buscar al chiquito a la escuela porque le cayó un rayo", cuenta a Telenoche el papá de los nenes. David mira a un punto fijo, tiene el ceño fruncido y dice que desde esa tragedia sus hijos tienen miedo y no quieren caminar hasta el colegio cuando está nublado.



Los chicos ya partieron y David los ve perderse por un camino de tierra por el que, quizás, transiten dos o tres autos durante todo el día. Sin descuidar a sus ovejas, el hombre cuenta que le duele que los chicos tengan que ir al colegio con tanto frío. "Se escucha mucho hablar de la igualdad y eso no se ve acá. Yo soy argentino y siento que tengo los mismos derechos que tienen en las grandes ciudades", reflexiona.



No pide calefacción, ni un auto, ni otro trabajo ni una casa nueva. Pide que la escuela cambie la modalidad de jornada simple a jornada completa para ahorrarles a sus hijos el trayecto y tener la tranquilidad de que no caminarán cuatro kilómetros solos en el regreso a casa.



Carmen Pachecho, la maestra de primer grado y directora del colegio, explica que el albergue es necesario para que los alumnos puedan dormir en la escuela de lunes a jueves. El reclamo se oficializó hace más de un año y hasta ahora no hay una respuesta para ese pedido.



La directora no duda en afirmar que "hace patria" con su trabajo. A ella también le duele que los chicos recorran kilómetros de senderos áridos y desolados para ir al colegio. 



En Corral Blanco el sol se está escondiendo y la temperatura ya empezó a bajar. Hace un rato que los chicos emprendieron la vuelta y a Carmen se le volvió a quebrar la voz. No es la primera vez que le pasa, muchas veces se quedó con las lágrimas en los ojos. La maestra repite que su anhelo es uno solo, potente e imprescindible: "Quiero que sean felices como un niño de la ciudad y que tengan la posibilidad de educarse con la comodidad necesaria".

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