Central lo tenía tan controlado que se durmió en su confianza y lo pagó con una derrota: 0-1

A pesar de la derrota sobre el final del partido, siempre dio la sensación que Central Norte es más desde todo punto de vista: físico, táctico-técnico, individual y colectivamente. Claro, entonces te estarás preguntando: ¿Por qué perdió? Porque a los partidos se los debe ganar, y Central lo dominó pero no lastimó. Generó situaciones, pero le tembló el pulso al momento de apretar el gatillo. La más clara la tuvo Galarza, quien en un mano a mano le estrelló la pelota al arquero periqueño porque, claro, no es goleador porque era por abajo y suave la definición.

Talleres de Perico nunca lo puso en aprietos. Sus avances se morían antes de ingresar al área de Maino, cuando no recurrían al remate desde afuera o apostaba todas su fichas a una pelota detenida. Central lo controlaba en todos los sectores, una por el orden defensivo que mostró, y otra por la inoperancia del local.

Este era el panorama durante casi todo el partido. Un Central superior y un  Talleres entusiasta. Pero los partidos se lo definen con goles y Talleres aprovecho la ultima bola de la noche, cuando Maxi López cumpliendo la ley del ex (pasó por Central Norte) agarró de aire una pelota y la mandó a guardar. Ya no quedaba tiempo para remediar en dos minutos lo que no pudo hacer en todo el partido.

Así se fue un encuentro difícil de explicar desde lo conceptual, porque Talleres fue más difícil en los papeles que en cancha, y aunque el Cuervo volvió masticando el polvo de la derrota, sigue siendo candidato para pasar de fase.

Eso si, deberá encararlo como se encara una final: dientes apretados y concentrados y tendrá prohibido dormirse una siesta porque, no vaya a ser cosa, que su confianza termine asesinando sus sueños de ascenso.