De no creer

El Mago sin dientes reveló el verdadero motivo por el que está siempre en el Bailando

El personaje mediático tiene asistencia perfecta en la tribuna del programa de Tinelli y no es por lo que todos piensan.

Se pone la galera, abre su valija, saca la varita y un par de enormes naipes, parte de la utilería para sus trucos de magia. Se sacude las solapas de su saco colorado, se acomoda el moño. Ya está. Ahora sí deja de ser Pablo Cabaleiro para convertirse en El Mago sin Dientes, uno de los tribuneros vip de Showmatch.



¿Pero cómo llega El Mago sin Dientes a Showmatch? ¿Por qué sigue yendo cada noche aunque apenas logre aparecer en unos pocos planos? Esta es su historia:



Empecé a ir a Showmatch por una relación que tengo de amistad con Violeta Lo Re, ella estaba de participante, esto fue hace 7 años. Yo era el que iba a apoyarla. Tal vez, una vez cada diez días que bailaba. Un día, Marcelo, que me ve en el rincón, dice: ‘¿Ese que esta ahí es el Mago sin Dientes?’, y cuando Marcelo dice eso, me explotó el teléfono para contratarme para shows (cobra 12 mil pesos). Y seguí yendo acompañando a Violeta, y Marcelo me empezó a pedir: ‘Mago hace un truco…’, y ahí empecé a interactuar de otra forma en el show.



Cada noche, llego con mi maletín, siempre llevo trucos de magia por las dudas, por si algún día Marcelo me dice: ‘Haceme un truco de magia’, llevo mi galera, mi varita, y voy al baño y me caracterizo… Llego al estudio con una hora de anticipación, antes lo hacia tres horas antes, hace dos eso cambió porque entro directo.



POR QUÉ SEGUIR YENDO A BAILANDO

Yo llegué a la pista del Bailando pero nunca me la voy a creer, yo nunca me subí a nada. Si cumplí el sueño de bailar en Showmatch, tengo que seguir yendo.



Después de haber visto 480 programas, después de haber analizado tanto el contenido, de haber visto el detrás de escena, el delante de escena, a mí me paran delante de la cámara, delante del micrófono, sé cómo manejarme porque actualmente animo shows, conduzco fiestas y si algún día Marcelo me dice: ‘A ver, venga’, sería otro sueño cumplido. 

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