¿Será?

Macri ahora aceptaría la boleta única de papel para las elecciones de 2019

Lo confirmó Peña en Diputados. El año pasado exigió la electrónica y chocó con los gobernadores.

Tras el papelón del escrutinio provisorio de las primarias de Buenos Aires, el Gobierno está dispuesto a incorporar el sistema de boleta única de papel, que rechazó el año pasado en el Congreso y obligó a repetir la votación tradicional en las primarias.




"Pedimos ser consecuentes y apoyar en el Senado la boleta única, la boleta única electrónica u otro mecanismo que nos asemeje a cualquier otro país del planeta", planteó ayer Marcos Peña, durante su informe en la Cámara de Diputados.



Blanqueó un cambio de rumbo: durante el debate de la reforma política, a los pocos meses de la llegada de Cambiemos a la Casa Rosada, Macri bajó la orden de aprobar la boleta única electrónica (BUE) o seguir todo como hasta ahora.



"Hay tiempo y fondos para hacer la licitación y desplegar máquinas en todo el país", le aseguró el ministro de Modernización Andrés Ibarra al diputado del PRO Pablo Tonelli, encargado de la negociación con el massismo y el Bloque Justicialista.



Aunque ambas fuerzas avalaban el sistema, utilizado en Salta y la Ciudad de Buenos Aires, para evitar susceptibilidades evaluaban una mutación gradual que incluya ensayos con la boleta única de papel, con dos formatos vigentes en el país: el de Santa Fe y el de Córdoba.



El primero consta de boletas diferentes por cada categoría a elegir (senadores, diputados etc.), siempre con todos los candidatos exhibidos para marcar el elegido. El otro suma toda la oferta electoral del día en una misma papeleta.



El objetivo es siempre evitar que algún candidato carezca representación en el cuarto oscuro porque sus boletas nunca llegaron a las escuelas o fueron sustraídas por fiscales de otras fuerzas, práctica habitual en el sistema actual, vigente en muy pocos países. 



La intransigencia de Macri obligó a aprobar en Diputados la BUE para todo el país, pero en el Senado los gobernadores peronistas no fueron tan dóciles y la rechazaron, tras observar a varios hackers manipular el sistema en sus narices. "¡Son todos actos de ilusionismo!", gritaba Tonelli por los medios.



Aunque con menos énfasis, los senadores también habían propuesto el sistema de boleta única de Santa Fe, pero no encontraron interlocutores interesados en la Casa Rosada.



El de Córdoba perdió prestigio en 2011 cuando registró una alta cantidad de voto en blanco en categoría de legisladores, porque los electores olvidaban de marcar la cruz en el casillero.



Además, la cantidad de frentes electorales en las primarias obligaría a imprimir boletas inmensas, casi en tamaño de sábana.



Nuevas negociaciones. La reforma trunca desechó otras novedades del sistema electoral como la transferencia del escrutinio provisorio a la Cámara Electoral, que pujaba para tener a cargo la licitación de las máquinas y de las boletas únicas.



En 2015, Macri y Urtubey contrataron MSA, que según diputados de la oposición tenía garantizada la implementación del sistema a nivel nacional.



El presidente prefirió continuar con el modelo K y contratar a la española Indra para el escrutinio provisorio, mediante su nexo histórico: Alejandro Tullio, director electoral desde 2001.



Sólo que esta vez Tullio tuvo que mudarse al Correo Argentino para realizar desde allí la licitación, coordinada por Ibarra.



El sistema de boleta única tampoco acelera el escrutinio: en 2015, Miguel del Sel se creyó triunfador y por la madrugada el socialista Miguel Lifschitz se consagró nuevo gobernador de Santa Fe. 



Las denuncias del PRO sobre aquel escrutinio fueron muy similares a las que recibió el 13 de agosto, cuando también celebró una victoria que no fue. Pero con el control de escrutinio a su cargo. 


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