Gustavo Ruiz

Salta Basket es de primera

El Gobierno busca con el básket la sonrisa que le viene negando el fútbol

El Gobernador lanzó su apuesta deportiva más fuerte. Si este proyecto viene acompañado con un crecimiento organizado para la juventud será válido para todos.

La práctica de cualquier disciplina deportiva ayuda al ser humano para que su mente se despeje y su físico merme los riesgos a los que están expuestos los que llevan una vida sedentaria. El deporte, entonces, ocupa un lugar importante dentro del esquema de la sociedad y a esto hay que dejarlo en claro.



Caer entonces en el lugar común de oponerse argumentando que la provincia tiene otras prioridades más importantes que un equipo de básquet puede ser válido, pero no contundente. Una sociedad asienta su estructura en varias bases, entre ellas, el deporte. ¿En qué puede colaborar un equipo como Salta Básket?, en la difusión y el contagio. Difundir el deporte provoca adhesiones que cientos de jóvenes puede seguir y meterse de lleno en una actividad sana, sobre todo en momentos donde muchos chicos pierden su tiempo en las esquinas.



Se sabe que este Gobierno es generoso con los medios. Reparte pautas publicitarias de montos exagerados en muchos casos, pero lo hace en forma discriminada: el que apoya recibe, los otros quedan a la vera del camino. Este mal no es de este Gobierno, vale aclararlo. Casi todos practicaron el mismo método extorsivo con la plata que, en realidad, es de todos nosotros.



Cuando el Gobernador anunció que la provincia compraría la plaza dejada por Unión Sunchales, la manada salió desesperada a resaltar el “logro más importante de Salta a nivel deportivo”. El exultante entusiasmo les impidió analizar que los “logros”, en el deporte, se obtienen compitiendo. Comprar una plaza sería, en todo caso, un logro financiero porque pusiste guita, y mucha, para quedarte con lo que era propiedad de Sunchales, que dicho sea de paso, la vendió porque se le retiraron los sponsors y el club iba camino a desaparecer.



Desde los medios bombardean diciendo que el proyecto de Salta Básket “es muy bueno”, aunque nadie sabe explicar muy bien por qué es tan bueno. Hasta escuché decir que beneficiará al periodismo deportivo. Digo, con todo respeto, que un proyecto es bueno cuando beneficia al colectivo y no a un sector determinado, y menos a la prensa, llegado el caso. Recordemos un pequeño detalle: la plata que se puso para comprar la plaza la puso el Gobierno, lo que equivale a decir que la pusiste vos, yo, aquél y el otro. Entonces, lo menos que podemos pedir es que la sociedad en su conjunto se beneficiada con esta aventura.



Si Salta Básket tiene un proyecto paralelo de crecimiento organizado, de expandir la práctica de este deporte en todo el territorio, con profesores, nutricionistas y todo lo que se precisa para un crecimiento psicofísico del chico, será un indicativo que no la plata no será gastará sólo en 5 jugadores que hagan rebotar una pelota anaranjada.



Cuando el show se ponga en movimiento, ojalá que se dispongan los medios para que, entre 2 mil y dos mil quinientos escolares puedan entrar gratis al Delmi. Esto también es una manera de propagar el básquet y no hacerlo exclusivo para los que tengan plata para la entrada.



El único que explicó de qué se trata Salta Básket fue su presidente, Luis Lenti. Debería mantener charlas ilustrativas para enseñarles a todos los que hablan sin fundamentos, para bien o para mal. Lenti es un señor, y con su capacidad de oratoria no deja dudas en su explicación.



Muchos dicen que Salta Básket se armó con el fin político de insertar la imagen de Urtubey a nivel nacional, en su carrera por el sillón Presidencial. Permítanme disentir con este punto de vista. Urtubey gobierna una provincia con muchas necesidades básicas de sus habitantes, sobre todo del norte, y poner plata en el básquet lo convertirá en presa fácil para el contraataque de sus adversarios políticos.



A pesar de ser un futbolero de alma, Urtubey se cansó de poner guita y no recoger frutos, ni siquiera de su amado Juventud Antoniana. ¿Qué hizo entonces?, canalizar esas frustraciones buscando que el básquet le regale la sonrisa que le negó el fútbol. Por lo menos, aquí casi toda la prensa le tira flores a Salta Básquet y quizás estén en lo cierto. Yo prefiero esperar. Como nadie es dueño de la verdad, y mucho menos yo, será el tiempo el que dirá si Salta Básket es un proyecto serio, una aventura política, un canal para convertir frustraciones en sonrisas, o simplemente se gastó guita al vicio. Por no decir al pedo.

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