Las brujas y el fútbol

La súplica de los dirigentes de Juventud: “Señora, por favor, termine el partido…”

La pintoresca mujer observaba el partido en su bola de cristal, y relataba minuto a minutos los goles del clásico entre Santos y Cuervos. El final de esta historia verídica fue apasionante…

Seguramente un directivo hace por su club lo que difícilmente haría por un familiar o un allegado. Si le dicen que tiene que saltar del puente del dique Cabra Corral para que gane su equipo, sacará coraje de donde no tiene y brincará al espejo de agua.

 

La historia que te vamos a contar ocurrió en la década del ´80, cuando se jugaban las “finalísimas” para determinar el representante salteño a los viejos torneos Nacionales. Se jugaban dos encuentros, uno en cada cancha y un tercero en terreno neutral de ser necesario. Aunque nadie lo reconoce abiertamente, casi siempre se disputó un tercer partido porque la recaudación era mayor y esto representaba más platita para los clubes.

 

El primer partido se había jugado en la cancha de Central Norte, y Juventud se había impuesto 1 a 0. En el partido de vuelta, a jugarse en la Lerma y San Luis, al Santo le alcanzaba con el empate para clasificar. Como todo clásico de antaño, comenzaba a jugarse en medio de la semana y aquella vez no fue la excepción.

 

Capuchino Sánchez y Sergio Ten, dos conocidos directivos Antonianos de la época, fueron en yunta hasta el barrio San José. Allí vivía una bruja que tenía una particularidad: observaba el futuro en su bola de cristal y te iba narrando lo que te deparaba el destino.

 

Y allá se mandaron Sánchez y Ten, quienes llegaron con más curiosidad que ganas al consultorio de la señora. Vestida como ropa tipo gitana, la mujer los atendió amablemente y les ofreció algo para tomar para mitigar la espera, ya que eran varios los pacientes que se encontraban antes que ellos en la lista.

 

Hasta que les llegó el turno a los “cara lisas”. Capuchino y Sergio se mandaron tomados del brazo y se sentaron juntos frente a la bruja, que pasando las palmas de sus manos en círculo por encima de la bola de cristal comenzó con su tarea…

 

- “Veo una cancha llena, mucha gente adentro y también afuera que no lucha por entrar”, dijo la señora. 

 

- “Si, somos los más populares, seguro que son todos hinchas de Juventud”, tiró Capuchino en tono de broma y Sergio Ten le dio un codazo para que callarara.

 

- “Atención, que ataca un equipo… gol, goooolllll”, grita la mujer, que no tenía idea de fútbol.

 

- “Gol de quien señora”, preguntó Ten

 

- “De un equipo…”, contestó ella.

 

- - “Ya se doña, pero de cuál equipo, ¿qué color de camiseta tiene?”, se desesperaron los dos.

 

- “Negra, color negro con mangas blancas”, responde.

 

- “Que lo parió”, dijeron ambos en coro.

 

- “Esperen, esperen… ahora atacan los de camisetas blancas con una banda azul en el pecho”, relata la señora a lo Mariano Closs.

 

- “Vamos carajo”, gritan Sánchez y Ten abrazados a una esperanza.

 

- “Ahí viene… ahí viene… gol…gooolllll de los de camisetas blancas”, pega un alarido la mujer.

 

- “Biennnn, vamos la puta madre vamos!!!!”, festejan Capuchino y Ten ya bañados en transpiración.

 

- “Esperen, ahí vienen… huuuuu, pegó en el palo un tiro del 10 de los de negro”,  relata la señora, que para esta altura ya era una comentarista más que una bruja.

 

- “Espere, espere”, grita Capuchino al borde de un ataque de nervios. “Señora, por favor, lo puede terminar al partido?”, le pidió a la bruja, quien se lavó las manos dando el pitazo final con el resultado 1 para Juventud, 1 para Central Norte.

 

Capuchino y Sergio Ten abandonaron chochos el consultorio esotérico, mientras la bruja limpiaba el empañado vidrio de su bola de cristal y contaba los billetes que había cobrado por la consulta.

 

La historia se definió aquél domingo siguiente, y cuando Sánchez y Ten esperaban confiados el momento de la clasificación por el vaticinio de la bruja, se dieron la cara contra el alambre cuando Central Norte ganó el clásico 2 a 1.

 

“Al tiempo uno viene a darse cuenta lo boludo que es, porque le pagamos buena guita para que nos traiga suerte, y resulta que nos ganaron los caranchos. ¿No te va a dar bronca?”, le dice Sergio Ten a Tiro Libre, con una sonrisa tímida en el rostro…

 

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