Gustavo Ruiz

Acostumbrados al fracaso

Einstein podría achicar el margen de fracasos del angustiado fútbol salteño

Hace 12 años que estamos en el subsuelo del fútbol sin poder abandonar estos campeonatos deficitarios. Soberbia en los directivos que se niegan a aprender pensado que se las saben a todas, medios que alaban a jugadores de medio pelo y el pueblo tubolero que piden que se vayan todos. ¿Hacia donde vamos…?

El fracaso es como la inflación: no nos gusta, pero terminamos por "acostumbrarnos a convivir con él”. Así como el éxito multiplica los adeptos y todos se sienten parte del logro, el fracaso enajena y se toma distancia de la frustración levantando dedos acusadores buscando culpables.



A partir de los fracasos sucesivos se generaron patrones de comportamientos en una sociedad intolerante. “Que se vayan todos estos perros”, piden en las redes sociales. “A ver si los matás a estos tipos que jugaron con la ilusión de la gente”, son los mensajes que crecen en los medios de comunicación.



Paradójicamente, la misma gente que acompaña a los procesos en su inicio se queja cuando no se traen “jugadores de renombre”. Esto se traduce en sueldos elevados que generan deudas y terminan por comprometer el patrimonio de las instituciones. Es decir, al final del camino y con el fracaso consumado, los mismos que pidieron implementar la metodología de gastar para ascender, son los que solicitan a los gritos que se las tomen de aquí.



Los éxitos son efímeros, porque breve fue la participación del Albo en Primera (las dos veces), corta fue la estadía de Juventud en la B Nacional y ni hablar de Central Norte, que cargó 4 fracasos consecutivos, el último de local ante Huracán Las Heras.



La clase dirigente de Salta es, en su gran mayoría, soberbia, y este defecto le impide crecer. El que cree que se las sabe a todas termina siendo un ignorante pues su ego le impide aprender. De ahí se entiende que llevemos tanto tiempo tropezando siempre con el mismo obstáculo. A un directivo salteño le podés decir de todo, menos que no sabe de fútbol porque se ponen como locos, lo digo por experiencia personal.



Si Albert Einstein viviera y presidiría un club, tendríamos chances de, por lo menos, experimentar métodos distintos, no porque su mente brillante ejecutaría la “teoría de los ascensos”, sino por la simpleza de una frase suya que el tiempo la elevó al estándar de célebre: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.



Recuerden todos: en breve comenzarán a hablar del “nuevo equipo” que prepara el club, los medios dirán que la gente “tiene expectativa” por el torneo que viene (mentira, la gente está harta) y que en esta oportunidad “se huele un ascenso en el aire”. Todo verso.



La rueda volverá a girar. Camiones con refuerzos llegarán y volcarán su carga en Salta. Los clubes se endeudarán, la gente acompañará en menor medida que años anteriores, los medios pintarán como estrellas a jugadores de medio pelo, y otra vez nos estrellaremos contra la tapia.



Y esperaremos sentados en el tablón el epílogo que tendrá un final predecible: otra frustración, pero no por un pronóstico pesimista, sino porque no podemos esperar resultados distintos si siempre nos mandamos la mismas macanas.

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