JM Chalabe

Que Pasa Salta
#NiUnaMenos

Gala y Paola reflejan la violencia de género en Salta

Las dos chicas son buscadas en Salta. Configuran casos e historias diferentes pero con un denominador común: la violencia simbólica contra las mujeres.

Gala tiene 14 años y va al Colegio Belgrano. Desde hace doce días no se conoce su paradero. Paola tiene 21 años, es mamá de una nena de 2 y vivía en una pieza del barrio Autódromo. Su ex pareja está detenido. No se sabe de ella desde el 5 de mayo.



La violencia de género también se refleja en la educación, en el no aceptarnos distintos. Gala tiene 14 y lleva desaparecida casi dos semanas. Secretos a voces atraviesan el caso de la adolescente. Muchos de ellos, para ayudar a que aparezca sana y salva. La principal hipótesis de la familia y la investigación es que está con una persona mayor. Los comentarios giran en torno a la orientación sexual de la joven. Si se sentía contenida por su familia, su colegio y las personas que la rodeaban.



Una sociedad acusadora, que te señala con el dedo por cómo te vestís, como hablás y como caminás. Las escuelas deben estar preparadas entre otras cosas, para abordar la diversidad sexual. La violencia también se traduce en la discriminación. Si no se habla, no se erradica tabúes. Más bien se tiende a desvalorizar e inclusive patologizar. “Ya va a cambiar o hay que corregirla”.



Desde la sanción de la ley de matrimonio igualitario (2010) y de identidad de género (2012), y a 10 años de la ley que obliga a impartir educación sexual en las escuelas, el tema sigue siendo una deuda pendiente en Salta. La situación es más acuciante en Salta, una de las tres provincias donde la educación religiosa es obligatoria.



Otro caso es el de Paola Alvarez, desaparecida hace tres semanas. En un planteo desesperado su mamá pidió “igualdad en la búsqueda”, haciendo referencia a que el operativo se centró en Gala y no en su hija que es pobre. Hay pocas pistas y elementos certeros de su investigación. De hecho, al comenzar su búsqueda no le quisieron recibir la denuncia en la comisaría del barrio Sanidad.



El ser mujer y el ser pobre te hace doblemente invisible hasta se las pone en el banquillo de los acusados. “Si vivía saliendo a bailar”, “mirá como andaba vestida”, “algo habrá hecho”.  Se la presenta ante la sociedad por sus carencias: es pobre, no estudia, ni trabaja y es “mamá joven”.



Por estos días el discurso se concentró en las víctimas donde la sociedad y sus instituciones coquetean con la idea de culparlas y desentendernos de las responsabilidades que tenemos, cada uno desde el lugar que le toca. En los dos casos, solapadamente comenzó a ganar terreno expresiones negativas en línea con justificar la discriminación por la orientación sexual de una y en otra por definirla con sus carencias, es una “Ni-ni”.



Los hechos no pueden ser analizados ni contextualizados como situaciones desconectadas de la violencia de género que golpea a Salta. Son hechos que irrumpen en una realidad donde el Estado viene fracasando en sus políticas  y donde nos sigue ganando la desigualdad y la intolerancia en todas las variantes. 

 

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