JM Chalabe

Que Pasa Salta
Divorciados

La grieta existe: la clase política y la gente

En los últimos días una serie de hechos evidenciaron un quiebre que la política parece no prestar atención.

Carlos Acuña, Juan Carlos Schimd, Pablo Moyano y Héctor Daer, los lideres (hasta ahora) de la CGT debieron huir despavoridos del acto al que ellos mismos convocaron en medio de botellazos y una catarata de insultos por la presión para convocar a un paro general, el martes pasado.



El miércoles, la ministra de Derechos Humanos y Justicia Pamela Calletti marchó custodiada por policías, funcionarios y demás en la marcha del #8M. Durante toda la movilización fue increpada y rechazada por mujeres y referentes que consideraron una provocación su participación.



Un día antes, el gobernador recibió reclamos de vecinos en la inauguración del parque de la zona sudeste de la Capital.




Los hechos, solo por nombrar algunos de los que ocurrieron en los últimos días evidencian el divorcio de la clase política y la gente. Claro, no es un problema de oficialismos, no es nuevo tampoco.




Hablando de distancias. Como todos los años se puso en debate la negociación salarial de los docentes. Innumerables fueron las voces que cuestionaron los reclamos de los maestros, inclusive ensayaron una cacería de brujas. Poco se los escuchó cuando legisladores nacionales se autogestionaron un dietazo del 41% a finales del año pasado. Entre ítems no remunerativos se llevan más de 141 mil pesos por mes. Y los docentes?

 



El poder político, el judicial, empresarios, sindicatos y medios lograron a lo largo de varios años poder, con todas las derivaciones que se puedan hacer de ese concepto. Ese poder siempre se amolda al statu quo, que independientemente del rol que estén ocupando, no quieren que nada cambie para no perder su lugar de comodidad. El problema está en que pierden la noción, de lo qué pasa en realidad.



La gente común y silvestre, la que no tiene trabajo, la que tiene trabajo precarizado, la que pelea para llegar a fin de mes en su mayoría, salvo excepciones, naturaliza que las soluciones no llegan de la política, que la Justicia no imparte justicia, que los empresarios se la llevan en pala, que los sindicatos también (y no los defienden) y que los medios mienten.



Esa naturalización llegó a la clase política que descansa sobre el status quo preestablecido y sueña con perpetuarse en el poder.  Que nada cambie. Y nada cambia. 



Mientras, la brecha entre la clase política y todos los demás se ensancha, Salta va camino a 24 años de apenas dos gobernadores, con los mismos apellidos, con los hijos o amigos de,  algunos ascendieron otros fueron degradados, pero siguen estando.

En medio de todo esto: ¿Por qué no rompemos la comodidad?

 

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