Para emocionarse

Limpiavidrios no tenía trabajo y armó un volante que hizo llorar a más de uno

El hombre, de 57 años, lo escribió a mano (con muchas faltas de ortografía) sin pensar lo que sucedería.

Con las mismas expectativas de un náufrago que deja un mensaje en una botella, Daniel Torrado escribió a mano una oferta por sus servicios que terminó en una suerte de "manifiesto viral" para buscar trabajo.



Decía, textual:

 




"Me especialiso en limpieza de vidrieras. Hoy lanso un verdadero regalo: yo le ofresco 1 lavado completo x mes + 1 lavado afuera por semana y lo paga recien en la 4° limpieza. O sea 1 pago x mes vencido en la infima suma de $ 45."



 




Lo hizo en una hoja rayada, la fotocopió y volanteó por donde pudo.



"Subo esto, me dio mucha ternura y a la vez reflexión. Gente que necesita laburar y no es desagradecida", posteó Nicolás Carballo. Se topó con el cartel en Villa Devoto, le sacó una foto y la publicó en Instagram y Facebook el miércoles 18 de enero. Hasta esta tarde, el mensaje llevaba compartido unas 23.000 veces y, desde el jueves, generó más de 150 llamados y 47 clientes en lista de espera para que Daniel limpie sus vidrieras.



"Mi nombre es Dany, tengo 57 años", le dice a Clarín que "es la sorpresa de mi vida. Porque también me llamó mucha gente para ayudarme. Y yo no pedía ayuda, pedía trabajo por un servicio a un precio que no tiene competencia". Pero lo que conmovió a todos fue que por su trabajo pedía menos de lo que se paga en Capital por un café.



Para que sea redituable limpiar tres vidrios de 2,10 metros de ancho por 2 metros de alto por $45, Dany confiesa que tiene que trabajar cinco veces más "porque, en general, se cobra $ 250 por eso". Se dedica desde 1980 a lo que llama un "rústico emprendimiento" de limpieza. Y recientemente fue abandonado por su socio.

 




Dany asegura que no sabe recibir caridad: "Trabajar en las vidrieras es lo único que sé hacer y me gusta".

 




Gracias a la divulgación de su nota, consiguió incluso un encargo que le arrimó $ 1.600 pesos mensuales, o sea $ 400 por semana. "Y voy a hacer todos los que pueda para llegar a un sueldo digno", avisa.



"Hasta me llamó Mónica Ayos. En realidad me llamó Diego Olivera, el marido, y al rato me pasó con ella. Dijo que le conmovió mi mensaje, que tenga ganas de trabajar y que no cobro caro. Me dijo que que cuando vuelva a Buenos Aires me iba a contratar. Yo le dije que no le cobro. Y dijo ’De ninguna manera’. Bueno, un mate le acepto", dice. "La verdad es que no buscaba conmover, simplemente estaba ofreciendo un precio excelente por algo que sale mucho más caro". 



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