El festejo que no fue

Prat Gay, en su peor momento político: ni siquiera pudo "facturar" el éxito del blanqueo

Las críticas desde todos los costados por la persistente recesión, la pérdida de iniciativa política a manos del sector de Massa que impuso la acelerada revisión de Ganancias, y hasta la falta de pericia en la comunicación sobre el blanqueo hicieron que el ministro viera su imagen desdibujada.

Tenía que ser un día a puro festejo. Pero no. En sus apariciones públicas, al ministro de Hacienda no se lo vio siquiera sonreír. Había imaginado que sería la jornada perfecta, con una especie de relanzamiento de su gestión con el resultado de la "Fase 1" del blanqueo -la parte en efectivo-, pero terminó burlado por Marcelo Tinelli y chicaneado por Lilita Carrió, ambos desde sus multitudinarias cuentas de Twitter. No fue un buen día para ser Alfonso Prat Gay.



Por impericia del mismo ministro, y acaso del propio Gobierno, lo que debía constituir una noticia relevante, como por lo menos para demostrar la confianza de los ahorristas en el Ejecutivo -el blanqueo de más de u$s7.100 millones en efectivo- tuvo que comunicarse de manera liviana, sin siquiera la presencia del propio titular del Palacio de Hacienda en la conferencia de prensa.



Ocurre que los funcionarios dejaron en manos de las "estimaciones de los bancos de la City porteña" el resultado de esta parte del blanqueo. Y como los financistas hicieron cálculos más optimistas que la realidad -esperaban entre u$s8.000 y u$s9.000 millones-, el resultado final pareció tener gusto a poco.



Cuando en verdad los u$s 7.185 millones conseguidos en efectivo estaban bien escondidos en cajas de seguridad o debajo del colchón, con lo cual para la AFIP es ganancia pura: no sólo por la penalidad del 10% que cobrará, sino porque difícilmente hubiese podido dar con esos capitales si no fuera porque los ahorristas seguramente querrán darle un destino específico a ese dinero.



El resultado de esta fase del blanqueo, entonces, terminó siendo algo "lavado", como si Prat Gay aceptara que la agenda pública ha sido claramente ganada por la oposición, con la temática del impuesto a las Ganancias. Como el número del "efectivo" resultó inferior a lo que venían diciendo los diarios, la orden fue "engordarlo" con un resultado global pero parcial de la operatoria.



De todas formas, lo que quedó en claro es que la magnitud de los problemas excedió a las buenas noticias. Al ministro le quedó claro cuando, el mismo día del cierre del blanqueo, todas las preguntas apuntaban al pronóstico de Roberto Lavagna sobre el "colapso del modelo" y sobre las propuestas de la oposición para las modificaciones impositivas.



La sensación de que el Gobierno perdió el manejo de la agenda se instaló aun después del aire que le había regalado la CGT, con la organización de una movilización fría y distante de las necesidades de los trabajadores, fue aprovechado para pasar al frente. Hoy en día, Sergio Massa y los suyos le marcan el ritmo a Prat Gay y al Gobierno en general.



El ministro, por ahora, apenas atinó a algunas respuestas nerviosas y fuera de foco. Como cuando comparó a Roberto Lavagna con Hebe de Bonafini. 



O cuando ayer mismo repitió ocho veces "no sé", ofuscado frente a los periodistas que le consultaron sobre las críticas del ex ministro, y que fue tomado por Tinelli para burlarse de Prat Gay. "No sé, no sé, no sé, no sé, no sé, no sé, no sé , jajaja" tuiteó el popular conductor a sus nueve millones de seguidores. Una astilla para el ego de Alfonso.



El tuit de Lilita Carrió mandándolo a leer la Constitución Nacional fue el golpe final para un día complicado. "Alfonso, un impuesto no puede superar el 35% porque viola el artículo 17 de la constitución nacional", escribió la diputada. Respondió así a la intención (nunca oficializada) de Prat Gay de establecer una escala de hasta 45% para los salarios más elevados.



Hoy, Prat Gay está lejos de sus mejores jornadas, tales como la salida del cepo, el acuerdo con los holdouts, y el logro de una baja en las tasas de interés en las emisiones de deuda en dólares. O, más cerca en el tiempo, la colocación de bonos en pesos a tasa fija.



Al contrario: luce como un ministro frustado por la persistente recesión, enojado con otros miembros del equipo económico ycon las facultades acotadas. Sin el manejo integral de la política económica.



Mauricio Macri lo decidió así desde un primer momento. Diseñó un gabinete sin "superministros" y con el reparto de las decisiones. Pero, sin los resultados esperados en materia económica, tal vez haya llegado el momento si ese esquema es el más fructífero. El argumento del Presidente fue que la Argentina se cansó de tener súper ministros que llevaron al país al colapso por creerse luminarias.



Pero del otro lado, algunos desde dentro del propio oficialismo, piensan si no hay llegado el momento de modificar esa ecuación. Se basan en que países como la Argentina o como Brasil, donde deben tomarse decisiones complicadas a menudo, necesitan de ministros fuertes. Al propio kirchnerismo le fue mejor con ministros de Economía fuertes (Lavagna, Boudou, Kicillof) que con los más rezagados (Fernández, Lorenzino).



Cerca de Prat Gay confiesan que el ministro sufre ese desplazamiento. Que nunca lo haría público "por una cuestión de ego", pero que en la privacidad de su despacho a veces plantea que le retacean el poder de decisión. Desde el quinto piso del Palacio de Hacienda miran hacia la Casa Rosada, donde tiene su despacho Mario Quintana, el coordinador de la Jefatura de Gabinete.



Una prueba de esta situación ocurrirá en la mañana de hoy en Trabajo, donde tendrá lugar una nueva edición de la Mesa Social. Hasta la noche del martes, Prat Gay no había sido invitado a pesar de haber sido uno de los generadores de esta iniciativa.

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