Líderes

El Papa versus Trump: nace un clásico en lo más alto del poder mundial

Francisco y el magnate se sacaron chispas durante la campaña. Sus visiones chocan en temas como inmigración, cambio climático, Siria y capitalismo.

Una vez que asuma la presidencia de los Estados Unidos, el liderazgo global de Donald Trump entrará en roce con el de otro peso pesado de la política internacional: el Papa. Varias propuestas de cabecera del electo mandatario estadounidense chocan con algunas de las principales banderas del papado de Francisco. Las declaraciones y gestos del Pontífice antes y después de las elecciones del 8 de noviembre anticipan una coexistencia tensa en la cima del poder mundial.



“No hago juicios sobre las personas ni los hombres políticos: sólo quiero entender cuáles son los sufrimientos que su modo de actuar causa en los pobres y excluidos”, declaró Francisco un día antes de que Trump derrotara a Hillary Clinton. Durante la campaña, sin embargo, había sido explícito al referirse al magnate republicano. Consultado sobre la propuesta del entonces candidato para construir un muro en la frontera con México, el Papa disparó: “Alguien que sólo piensa en la construcción de muros, dondequiera que estén, y no en la construcción de puentes, no es cristiano. Eso no está en el Evangelio”. Aunque más tarde le bajó el tono al cruce, la primera reacción de Trump también fue categórica. “Que un líder religioso cuestione la fe de alguien es vergonzoso”, le respondió.



Trump promete expulsar a 3 millones de inmigrantes de los Estados Unidos; Francisco afirma que las migraciones forzadas son el gran drama de la sociedad global en la actualidad. Trump niega el cambio climático; Francisco escribió una encíclica sobre la protección del medio ambiente. Trump propone agudizar la ofensiva militar en Siria; Francisco llamó a una cadena de oración mundial por la paz en dicho país. Trump es un empresario multimillonario y reconocido por su voracidad para los negocios; Francisco es enemigo declarado de lo que él mismo llama el “capitalismo salvaje”.



Aunque luego de las elecciones evitó volver a referirse en forma directa a Trump, el Pontífice envió esta semana un mensaje por video a la asamblea general de la conferencia de obispos de los Estados Unidos, celebrada en Baltimore, en el que insistió sobre algunos de los tópicos que lo preocupan de la actualidad estadounidense. Es poco frecuente que el Papa intervenga con declaraciones en una reunión episcopal. De hecho, el video emitido no estaba previsto en el programa oficial del encuentro. Menos habitual aún es que Jorge Mario Bergoglio se anime a expresarse en inglés. Esta vez, las circunstancias lo ameritaban.



Luego de llamar a los católicos estadounidenses a ser “portadores de buenas noticias” en una sociedad que experimenta “desconcertantes cambios” y una “creciente polarización”, Francisco volvió a aludir al símbolo del muro: “Nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes”. Dedicó un párrafo aparte a los inmigrantes hispanos, uno de los blancos preferidos de Trump. “De forma particular, les pido que consideren de qué manera sus Iglesias locales pueden responder mejor a la creciente presencia, a los dones y al potencial de la comunidad hispana”, dijo, y pidió a los obispos que sean “conscientes de la aportación que la comunidad hispana” ha ofrecido históricamente a los Estados Unidos.



“Es claro que ambos tienen posiciones muy diferentes sobre la cuestión de la inmigración –comentó a diario Perfil el vaticanista italiano Andrea Tornielli, del diario La Stampa–. El Papa tiende a buscar diálogo y colaboración con todos los líderes globales, pero habrá que esperar para ver de qué manera actúa Trump”.



Otra cuestión es cómo se relacionará Trump con la Iglesia de los Estados Unidos, un factor de influencia sobre millones de fieles en el país. “Hay obispos estadounidenses que llamaron a los católicos a votar a Trump como el ‘mal menor’, debido al apoyo de Clinton a la eventual legalización del aborto”, recordó Tornielli. Uno de esos jerarcas eclesiásticos es el cardenal Raymond Burke, un activo promotor de la candidatura de Trump que lidera la rebelión de sectores conservadores en el Vaticano contra el Papa.



Por el momento, la Santa Sede observa a Trump según el viejo axioma diplomático wait and see. Tras el 20 de enero, será otro cantar.

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