Es alérgica a casi todo, incluso al olor de su marido

El organismo de Johanna reacciona de tal manera cuando su pareja está cerca que ambos se vieron obligados a vivir en habitaciones separadas. Ella sólo sale de la habitación para ir a ver a su médico.

Scott construyó una especie de búnker dentro de su casa, con plásticos recubriendo las paredes y cortinas para evitar la luz solar y para alejarla de los compuestos que le provocan alergia.

Johanna mata el tiempo leyendo libros, rezando, hablando por teléfono y enviando correos electrónicos. Si entra en contacto con algún compuesto que le provoca alergia entra en shock anafiláctico y no puede respirar. Incluso estar en contacto con sus alérgenos demasiado tiempo podría acabar con su vida.

Cada vez que tiene un shock, Scott la toma de sus brazos y con sus máscaras puestas, ambos se suben en el auto para llegar al hospital.

“Cada día, cuando me despierto, creo que no lo soportaré”, explicó entre lágrimas. “Pero luego Dios me da fuerza para salir adelante”, aseguró. Las únicas personas a las que Johanna no les tiene alergia son sus hermanos, que la visitan cada semana.