Guerra religiosa

Mujeres judías logran rezar como los hombres en el Muro de los Lamentos

Grupos de ultraortodoxos golpean y amenazan a las fieles por orar con los rollos de la Torá.

La guerra religiosa entre judíos ha estallado de nuevo en Jerusalén. Un centenar de mujeres acompañadas por rabinos reformistas y conservadores lograron este miércoles introducir en el Kotel -nombre en hebreo del Muro de los Lamentos- 12 rollos de la Torá, uno por cada tribu de Israel, y rezar con ellos en el lugar sagrado. Se trata de un hecho sin precedentes, que viola las leyes del rabinato que administra el Kotel, y que solo permite utilizar para el rezo los pergaminos que depositados en el Muro de las Lamentaciones. Únicamente los hombres pueden utilizar los rollos con los textos sagrados, ya que las mujeres, según la interpretación ortodoxa del judaísmo, ni siquiera los pueden tocar.



Por primera vez, no solo introdujeron los rollos de la Torá, sino que tanto hombres como mujeres pudieron rezar con ellos. Primero por separado, cada grupo en su zona de rezo. Después, todos juntos, pero no en el Azarat Yisrael -el espacio marginal designado por el Gobierno israelí para un futuro lugar mixto de plegaria- sino en la misma plaza del Kotel, cerca de los espacios tradicionales segregados.



La llegada de las rabinas con los rollos de la Torá hasta el mismo Muro no fue tarea fácil. La procesión que atravesó la muralla de la ciudad vieja de Jerusalén por la Puerta de las Basuras –el acceso más directo al Kotel por el barrio judío de la Ciudad Antigua de Jerusalén-, rebasó cantando el puesto de control habitual de seguridad y entonó el Aleluya hebreo al pisar la sagrada plaza. Hombres y mujeres portaban los rollos. Ellas, abrazándolos firmemente contra el pecho, como si de un bebé se tratara.  Entre abucheos y gritos de “nazis” lanzado por grupos de judíos ultraortodoxos lograron su objetivo. “No es la primera vez que entramos en el Kotel con los rollos y nos detienen por ello, pero sí es la primera vez que no lo hacemos a escondidas”, reconocía la rabina Sandra Kochmann, del movimiento conservador Masorti.



Fue un hito histórico, al que contribuyeron, y mucho, los hombres del movimiento reformista judío. Ellos fueron rodeando a las mujeres, e hicieron de parapeto que se llevó la mayor parte de los empujones y manotazos propinados por los ultraortodoxos judíos, que trataban de arrebatarles los rollos de la Torá para impedir que las mujeres los introdujeran en su espacio de rezo en el Muro de los Lamentos.



Despliegue policial. Finalmente, con mucho esfuerzo y alguna que otra caída, la improvisada procesión logró rebasar el cordón de seguridad que montaba guardia en la entrada de la zona femenina del Muro. Los empleados del Kotel, identificados con vistosos chalecos amarillos reflectantes, no tenían como misión impedir el acceso de las mujeres al lugar, sino evitar que los radicales judíos se colasen en el área que ellas tienen reservada para agredirlas o arrancarles de las manos los rollos de la Torá. A escasos metros, varias decenas de policías israelíes desplegados por si la trifulca llegaba a mayores apenas tuvieron que intervenir. Tan solo actuaron para separar a algunos hombres de ambos bandos -ultraortodoxos y reformistas- que llegaron a las manos en la disputa religiosa.



Los hechos fueron calificados de “desafortunado incidente” por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que además advirtió a través de un comunicado que “la violación unilateral del statu quo en el Muro de los Lamentos mina los actuales esfuerzos por alcanzar un compromiso”.



Su mensaje directo tuvo inmediata respuesta de quienes defienden los derechos de las mujeres a orar en el Kotel en igualdad de condiciones con los hombres. “No solo luchamos por un lugar de rezo igualitario, luchamos por la igualdad entre hombres y mujeres. El Gobierno aprobó una zona mixta de rezo, pero tal y como está ahora no sirve. Es un espacio discriminado, y las obras para equipararlo a los lugares tradicionales de rezo no parece que avancen. Por eso seguimos y seguiremos viniendo cada mes a rezar en la zona de las mujeres”, explica Sandra Kochmann.



El rabino jefe del Kotel, Shmuel Rabinowitz, considera que esta actitud de las mujeres y los judíos reformistas “atiza la llama, convirtiendo el fuego de la disputa en una eterna hoguera”. Rabinowitz, pidió a los fieles que no entren en provocaciones, y a los reformistas y conservadores que permitan a Netanyahu, “actuar con sensibilidad y juicio para poner fin a esta guerra civil”.



Según la ortodoxia judía, las mujeres no solo tienen prohibido tocar la sagrada escritura sino que tampoco pueden vestir el talit o colocarse el tefilin (atributos de rezo reservados a los hombres), ni orar en grupo o en voz alta. Son privilegios masculinos con los que reformistas y conservadores quieren acabar. “Cada día debería permitirse a las mujeres leer la Torá… pronto llegará el día que podamos celebrar también aquí ceremonias como el Bar Mitzva”, decía la rabina reformista Anat Hoffman, líder del movimiento Nasot Ha Kotel (Mujeres del Muro de los Lamentos). Hoffman, detenida varias veces porque lleva más de 30 años infringiendo las normas y rezando en el Muro con la cabeza cubierta por la kipá y portando el talit, pudo por fin este miércoles alzar libremente un rollo de la Torá y recitarlo en voz alta.

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