John Grover Dorado (H)

Abogado Especialista en Derechos de las TICs
Via crucis 2.0

Un "ocaso": el comercio electrónico es inviable en Salta

El relato de una queja de un consumidor que ha recibido un trato vejatorio por parte de una empresa, a decir verdad, puede tener mucho de catarsis, pero también puede devenir una reflexión colectiva como consumidores 2.0.

Podría relatar el “vía crucis” vivido para retirar una simple afeitadora comprada en un portal de Internet con un pseudo-descuento, y que, al final de cuentas, terminó siendo más caro, debido a los gastos en teléfono, nafta y, por sobre todas las cosas, el costo del tiempo perdido para salir de mi trabajo en horario comercial para buscar un paquete que nunca llegó a destino a pesar de tener mi domicilio laboral una dirección céntrica y perfectamente ubicable.



Hasta allí la catarsis (invito a los lectores de QPS a sumarse si les ha ocurrido algo similar), que seguramente continuaré más “en frío” y en forma de denuncia por ante la Secretaría de Defensa del Consumidor.



No reclamamos a pesar de la Ley

Es cierto que en Salta somos reacios al reclamo, pues claro, hemos sido domesticados por siglos por unos pocos, y morderle la mano al Patrón (léase hoy, las grandes empresas) es un delito contra la Corona. También el habernos acostumbrado a la injusticia, a la pobreza y a que muy pocos servicios funcionen como verdaderamente corresponden, quizás sea una parte de la explicación.




Pero Salta ha dejado de ser feudal en algunos aspectos. Los poderes de los soberanos están limitados por las leyes: ese gran instrumento que sirve de garantía para que no nos veamos avasallados sin consecuencia alguna para quienes las infringen. 




En la Salta del siglo XXI por suerte existen leyes, y entre ellas, la de Defensa del Consumidor (N°24.240 y modificatorias), que viene a poner límites a las empresas como “OCASo” (la llamaré así para no escracharla), que trata de manera indigna al consumidor. Tal ley, en su artículo 8 bis, define al trato digno y a las prácticas abusivas por parte de los proveedores de bienes o servicios de la siguiente manera: “Los proveedores deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios. Deberán abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias”.



Al margen de que OCASo tiene un domicilio inconveniente (hacen esperar al consumidor en la calle y en una de las zonas más inseguras de la ciudad) e imposible de hallar, pues no sólo no figura en su página de Internet teléfono o mail de contacto alguno sino que además posee sobre el frente del galpón de su depósito un cartel con letras negras sobre un portón negro, el número de puerta y un cartel de “Golpee y Espere” escrito con “LiquidPaper”, más un timbre blanco y azul que parece un “llamador” para bebés más que el timbre de una gran empresa de transportes.



Con tantos inconvenientes para retirar una compra que se hace en un minuto, he decidido dejar de adquirir productos por Internet que involucren a esta empresa, no en un acto de rebelión contra el sistema, menos del comercio electrónico, que nos facilita la vida en gran medida, pero sí en contra de una empresa de servicios de transporte y distribución que atenta contra nuestros derechos como consumidores, pero que, más grave aún, produce un daño irreparable al progreso de un comercio electrónico incipiente en nuestro país que precisa justamente de la confianza del consumidor para su expansión.



 



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