Gonzalo Quilodrán

Coordinador en Casa de Salta en Bs As.
Final abierto

La laberíntica relación del Gobierno con empresarios y trabajadores

No es ningún secreto que el gobierno nacional desde el presidente y sus principales funcionarios de primer y segundo nivel provienen del sector privado y empresarial, y por ende desde el mismo gobierno descontaban un apoyo incondicional de este sector, pero las muestras de afecto tardan en llegar, no hubo una masiva llegada de inversiones al País, tampoco marcha al ritmo esperado el “blanqueo” lanzado con importantes expectativas, y hay un fuerte descontento por la apertura casi indiscriminada de las importaciones en diferentes rubros.



Ante este diagnóstico se suma un condimento explosivo si se tiene en cuenta que debe resolverse a fin de año, época hipersensibilizada para la sociedad argentina. Al diagnóstico debemos agregar que la estrategia para combatir la inflación fue una clara decisión de disminuir el consumo a lo que coloquialmente se conoce como “enfriar la economía”, que mantuvo en vilo a los argentinos a la espera de un segundo semestre que parece no llegará nunca.



En casi todos los rubros, las comparaciones de ventas interanuales son negativas para 2016, a lo que se le suma una importante suba de impuestos que dan como resultante importantes niveles de merma en la rentabilidad y de pérdida en algunos sectores, pero todavía no llegamos a analizar una “bomba” que el gobierno sólo se encargó de colocar y que ahora no tiene aparente solución para “desactivar”, y es ni más ni menos que el BONO de fin de año, que todos los trabajadores esperan para tratar de compensar su pérdida del poder adquisitivo, pero que los empleadores no tienen una realidad para afrontar su pago.



Aunque todo lo anteriormente descrito pareciera un problema eminentemente económico, lo cierto es que también hay una falta de conducción política del mismo, ya que el gobierno demora en tomar decisiones y cada vez parece complejizar más el tema, sin aparente reglas de juego claras que ubican en situaciones antagónicas a empleados y empleadores “enfrentados” por una desprolijidad gubernamental, que no hizo una evaluación acabada de la tensión que generan algunos anuncios, y no es la primera vez que pasa una situación similar en casi 11 meses de gestión.



Tenemos un final abierto en la materia, que esperamos por el bien de todos los argentinos se resuelva de la mejor manera para los sectores en pugna, y con un gobierno que pueda “tomar las riendas” de la situación y pueda gobernar sin someter a “prueba y error” a toda la sociedad.

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