Espantoso

"La muerte va a ser mejor que esto": Madaya, la ciudad siria acechada por una hambruna

Un sótano en una casa en Madaya, la ciudad siria bajo control de los rebeldes, es el lugar al que los habitantes llaman un centro médico. Es, en realidad, sólo un cuarto con una cama al que los enfermos llegan para recibir alguna ayuda.

Pero para la mayoría de los que terminan aquí ya no hay mucho que pueda hacerse, por lo precario estado del poco equipo disponible y por las escasas medicinas, dicen los grupos de ayuda.



En el ambiente poco iluminado y abarrotado del sótano, los voluntarios encontraron recientemente a una mujer cuya hija había pasado cuatro días sin comer.



La madre les dijo que esto se debía a que el cuerpo de su hija ya no toleraba el arroz.



Los residentes, que viven bajo asedio desde junio de 2015, dicen que el arroz es el único alimento que han tenido disponible desde hace meses.



Frágiles



Algunos niños ya no pueden caminar erguidos porque, según cuentan los trabajadores de ayuda, carecen de vitaminas. Otros han dejado de crecer.



Los ancianos se ven frágiles y aparentan muchos más años.



Los 40.000 habitantes de Madaya, ubicada en las montañas a 25 kilómetros al noroeste de la capital, Damasco, están rodeados por el ejército sirio y sus combatientes aliados del movimiento Hezbolá de Líbano.



Su abastecimiento de comida depende en gran parte de las infrecuentes entregas de ayuda humanitaria.



La ayuda finalmente llegó la semana pasada cuando un convoy de 71 camiones entró a la ciudad con alimentos, medicinas y equipos de higiene para Madaya y otras tres ciudades cercanas también bajo asedio: Zabadani, bajo control de los rebeldes, y Foah y Kefraya, controladas por el gobierno, en la provincia de Idlib.



Fue la primera vez que se permitió la entrada de ayuda en casi seis meses.



Gente reunida en una clínica improvisada en Madaya

Ingy Sedky, miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y quien formó parte del convoy de ayuda, dice que encontró a gente pálida y débil.



Los niños que se quejaban de dolores de cabeza severos, causados probablemente por la falta de alimento, agrega.



"Necesitan más proteínas, vegetales, frutas", le dijo Sedky a la BBC desde la capital, Damasco.



"No hay carne ni leche. Están comiendo sólo arroz".



Hombres caminan frente a tiendas en Madaya

A principios de año hubo indignación internacional después de que la ONU dijera que había informes confiables sobre personas que se estaban muriendo de hambre en Madaya.



La ONU informó de reportes sobre que niños estaban recogiendo pasto para hacer sopa, muchos de ellos lesionados por las minas terrestres colocadas en los alrededores de la ciudad.



De acuerdo a otro informe, del grupo Médicos por los Derechos Humanos, 65 personas murieron de malnutrición e inanición en Madaya entre el comienzo del asedio y julio de este año.



La situación en este momento no es "tan extrema", asegura Mirna Yacoub, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Siria, quien también tomó parte en el convoy de ayuda.



"El nivel de malnutrición e inanición no es tan agudo como en enero", explicó, también desde Damasco.



"Pero están malnutridos, tienen una falta severa de vitaminas. No tienen proteínas".



No sólo los jóvenes están débiles.



Más abortos, más cesáreas

Los abortos se incrementaron, agrega Yacoub.



Y las cesáreas también son más comunes debido a la mala salud de las embarazadas. Algunas están tan débiles que ya no pueden someterse a partos normales.



"Realmente están sufriendo. Y no puedo entender cómo están llevando a cabo operaciones de cesáreas allí", dice la representante de Unicef.



"El quirófano es sólo un cuarto. No tienen equipos ni medicinas".



El alcohol que se utilizaba para esterilizar el equipo se terminó y las herramientas se esterilizan con fuego.



Tampoco hay gel para ultrasonidos. Un médico le dijo que han tenido que utilizar gel para cabello.



Por falta de medicamentos y cuidados especializados, no se pueden tratar los trastornos crónicos de salud y las enfermedades infecciosas.



Los grupos de ayuda aseguran que en la clínica sólo quedan dos estudiantes de odontología y un veterinario.



"La gente se nos acerca y pregunta si son médicos", cuenta Ingy Sedky de la Cruz Roja.



"Pensaban que iban a llegar médicos a ayudarlos. Estaban desesperados por que alguien los ayudara".



A principios de este año, Unicef informó que siete personas habían sido diagnosticadas con meningitis y evacuadas para recibir tratamiento.



Otros dos casos fueron confirmados en esta última visita, y los grupos de ayuda están realizando trámites para evacuarlos también.



Algunos padres, temerosos de que sus hijos se contagiaran, dejaron de enviarlos al colegio, afirma Unicef.



Pero el dolor en Madaya no es sólo físico.



La gente está mostrando signos de problemas psicológicos, como depresión, aseguran los voluntarios, y muchos no reciben tratamiento.



De acuerdo a un informe de la organización Save the Children del mes pasado, en julio y agosto hubo 13 intentos de suicidioLa más joven de los que intentó quitarse la vida era una niña de 12 años.



"Hubo (un intento de suicidio) de una madre de cinco niños que dijo que no podía alimentarlos y cuidar de ellos, y una estudiante que ya no podía ir a la escuela", dice Mirna Yacoub, de Unicef.



"Ya no pueden resistir la situación. No saben lo que pasará después, ni dónde va a terminar esto".



"Una mujer me dijo: 'la muerte va a ser mejor que esto'".

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