Club del Morfi

Especialista en cantinas y sandwicherías barriales
#CríticaGastronómica

La Padella, un insulto al buen comer: preferimos hacer ayuno

Los gordos nunca pensábamos decir tremenda frase, pero el lugar no es recomendable bajo ningún punto. Ubicado en Santiago del Estero 485 a la vuelta de la sociedad italiana. El puntaje, uno sobre cinco cubiertos.

Con la idea de sentirnos en alguna cantina mafiosa siciliana nos fuimos para La Padella un restaurante de comida italiana que queda exactamente a la vuelta de la sociedad italiana. Algunos gordos del club querían comer pasta y después pensar que iban a ser asesinados con la servilleta en el cuello mientras se comían un plato de ravioles a la putanesca.



Sin embargo, todo lo tano que nos imaginábamos del lugar, sólo existía en nuestra imaginación. Si bien el lugar está “bien puesto”, no hay nada de italiano; encima se escuchaba de fondo bachata, salsa y merengue. Parecía un restaurante del caribe.



La atención fue regular, nos recibieron con una panera y salsa de apio, pensábamos que la decisión de ir ahí, iba a ser buena. Luego, pedimos los platos y la limonada. Pero muchachos, si quieren tomar limonada, no vayan ahí, estaba pésima. Parecía agua con un poco de jugo de limón y un litro de edulcorante o algo parecido. En ese momento, nuestras expectativas del lugar estaban por el suelo; pero todavía teníamos la esperanza que los platos que habíamos pedido iban a levantar la calificación.





 



Después de más de 30 minutos de demora, llegaron los platos y todo se fue al piso.



Lomo a la plancha:  estaba re contra seco, la moza nunca preguntó qué punto de cocción quería, pero está cantado que, si no decís nada, la carne tiene que venir roja al medio.







Milanesa napolitana con papas fritas y huevo fritos: tenía muy buena pinta, la papas y los huevos estaban ricos, pero la mila estaba muy seca y finita, el queso que tenía arriba era más grueso que la carne.





Sorrentinos de ricota y jamón con salsa:  siete (para los gordos el número re contra importa) sorrentinos de buen sabor, pero estaban ahogándose en un mar de crema; el plato tenía demasiada salsa. Para el gordo que comió esto, el plato estaba aceptable.





Lasagna parecía que estaba hecha por un estudiante principiante, la salsa bolognesa no existía, era salsa roja muy ácida y la carne molida estaba adentro de la lasagna. Además, la salsa blanca no tenía gusto a nada, parecía que se habían quedado sin condimentos. Y adentro de la lasagna no había ni un gramo de queso derretido sólo ricota. Para nada buena.





Lo que gastamos cada gordo con la propina incluida fue de 150 pe. Lamentablemente nos fuimos muy decepcionados y con la idea de no volver más, salvo que el padrino se nos presente en nuestra casa y nos “invite” a una última cena en el lugar.

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