Pulpo fugitivo

Esperó que se vayan todos, se deslizó 2 mts por el suelo y se fue por la tubería

La increíble "fuga" del pulpo Inky del acuario de Nueva Zelanda. Sólo dejó rastros de tinta

Antes de hacer su movimiento, el pulpo Inky esperó a que fuera de noche y el personal del Acuario Nacional de Nueva Zelanda se hubiera ido a casa.



Entonces empujó y se metió por un diminuto agujero en la red que cubría su tanque, y se deslizó dos metros por el suelo. Luego se fue directo a un sumidero.



Inky, con un cuerpo del tamaño aproximado a una pelota de rugby, se las arregló para estirarse y apretarse y pasar por el agujero. Desde allí recorrió los 50 metros de tubería hasta volver al océano Pacífico.



Todo lo que dejó atrás hace tres meses fue un húmedo rastro que permitió al personal del acuario Napier recrear su increíble huida. No se le ha visto desde entonces.



Inky era una atracción popular del acuario de Napier. Vivía ahí desde 2014, cuando un pescador lo rescató de un grupo de langostas que se lo querían comer en un arrecife. Llegó con algunas heridas, pero se recuperó.



Maestros del escape



"Ni siquiera nos dejó un mensaje de despedida", dijo Rob Yarrall, gerente del acuario, a Radio Nueva Zelanda.



Inky era del tamaño de una pelota de rugby, es decir, de unos 30 centímetros de largo. Pero como los pulpos no tienen huesos, por lo que son capaces de encogerse y caber en espacios extremadamente pequeños, hasta del tamaño de una moneda.



"Incluso los pulpos grandes pueden encogerse hasta el tamaño de su boca, que es la única parte dura de su cuerpo", explicó Yarrall, según publica la BBC.



La fuga paso a paso



El pulpo pudo recuperar su libertad gracias a que el tanque en el que estaba confinado había quedado semiabierto después de unos trabajos de mantenimiento.

Inky ("manchado de tinta", en inglés) aprovechó el descuido y se deslizó por una rendija.

Una vez fuera, avanzó un trecho de varios metros hasta una tubería de drenaje de unos 15 centímetros de diámetro y unos 50 metros de largo.

El pulpo se metió por este conducto, que para su suerte, desenbocaba en el mar.

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